Como cada 31 de diciembre, aquí tenéis
mi mensaje de Año Nuevo. Por quinto año, lo hago a través del blog. Hay una diferencia con los anteriores, salvando las dos citas
finales. Serán las únicas.
En 2016 he sido consciente de que he
entrado en mi séptima década y de que estoy en la última o penúltima etapa de
mi vida. También me he dado cuenta, mirando a mi alrededor, de lo difícil que
resulta envejecer con dignidad. A ello me voy a aplicar.
Creo que hemos llegado a un modelo
económico, social y familiar que debemos revisar si queremos tener un futuro
esperanzador, si queremos recuperar ese estado del bienestar con el que estamos
acabando los que tenemos la suerte de pertenecer a lo que un amigo definió hace
tres décadas como la sociedad instalada. ¿Qué pasa con los demás? Mirad a
vuestro alrededor y observad cómo las desigualdades siguen creciendo.
El buenismo y los comportamientos
políticamente correctos no nos van a dar la solución. Tendremos que sudar, tendremos
que llorar y tendremos que rezar para que la sangre no llegue al río.
En 2017, como en 2016 y en cualquier
otro año, pasado o futuro, de nada nos servirá culpar a los demás y esperar que
cambien su compor-tamiento. El único comportamiento que podemos cambiar es el
nuestro.
Lo que no cambiará, al menos hoy, son
las dos citas con las que os deseo un Feliz Año Nuevo:
Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto
de mi vida. (Woody Allen).
Vivir en la
Tierra puede que sea caro, pero incluye un viaje gratis, todos los años,
alrededor del sol. (Ashleigh Brilliant).
URTE BERRI ON!