´La guerra es una masacre entre gentes que no
se conocen, para provecho de gentes que sí se conocen pero que no se masacran.’ (Paul Valéry)
1917 es una
de las películas candidatas a los Oscar, tras ganar el Globo de Oro, como mejor
película dramática, lo mismo que su director Sam Mendes, quien en los títulos de crédito del final, homenajea a
su abuelo Alfred Mendes.
Ambientada
en el frente de la Primera Guerra Mundial, cuenta la historia de dos jóvenes
soldados ingleses, encargados de una peligrosa misión: entregar un mensaje en
mano al coronel de otro Regimiento, ordenándole que cancele un ataque
previamente planeado contra las fuerzas alemanas, atravesando las líneas
enemigas y la tierra de nadie.
Una guerra
absurda cuyo detonante, en 1914, fue el asesinato del archiduque Francisco
Fernando de Austria, en Sarajevo, a manos de un joven nacionalista serbio. Una
guerra que dejó cerca de diez millones de muertos y que acabó con la Europa
conocida hasta entonces, que dominaba el mundo, de la que desaparecieron cuatro
imperios: el ruso, el alemán, el austro-húngaro y el otomano. Una guerra de
desgaste, en la que, hasta 1917, título de la película, apenas se produjeron
avances, peleando en las trincheras, que quedan fielmente descritas en las
imágenes de la película.
Es una
película dura que, sin necesidad de recurrir a escenas violentas, nos presenta
toda la crudeza de la guerra, el sinsentido de matar a alguien a quien de nada
conoces y contra quien nada tienes, siguiendo las órdenes de quien a nada se
expone.
El ingenuo
entusiasmo de algunos soldados, el escepticismo y el resentimiento de los
mandos intermedios, el afán de gloria de los militares de alta graduación, la
utilización de las personas como carne de cañón, se nos van presentando a lo
largo de las dos horas en las que estamos en tensión, esperando el desenlace de
la misión y empatizando con ese soldado, que termina comportándose como un
profesional, tras poner en gravísimo riesgo su vida.
Cien años más
tarde, parece impensable que se pudiera llegar a situaciones como las que vemos
en la pantalla, y sin embargo…
De visión
imprescindible para quienes abominamos de la guerra y mucho más para quienes
pudieren sentirse tentados de participar en alguna.