viernes, 4 de septiembre de 2020

No hay que alarmarse

Hace cinco o seis años, quizá más, cuando Iñigo estudiaba en Tecnun, asistí a una conferencia que dio Miguel Angel Ariño, profesos del IESE en Barcelona, especialista en la toma de decisiones y autor de los libros Iceberg a la vista, en que propone 10 principios para la correcta toma de decisiones, y Con la misma piedra, en el que cita los diez errores más frecuentes que cometemos a la hora de decidir.

Fue una charla brillante de un tipo en el que aprecié aquello de las 4 Hs: humildad, humanidad, honestidad y humor. 

A raíz de aquella charla, además de leer esos libros, le sigo en el blog Toma de decisiones, en que el que cada jueves publica un post, que siempre leo con interés. 

La entrada de ayer se titula No hay que alarmarse y le he plagiado el título y la imagen para mi post de hoy. Lo podéis leer aquí

Suscribo plenamente lo que dice, con hechos y datos, y muy especialmente lo que dice en este párrafo:

¿Por qué hay esta alarma social? Pues la alarma se produce porque los medios no paran de hablar del tema. Cada telediario los primeros 20 minutos son sobre el tema. Si se dejara de hablar del tema no habría esta alarma y llevaríamos una vida más normal.

Ya he comentado que no veo ni escucho los telediarios y me quedo con la información que dan por la radio y las que están avaladas por personas con acreditado buen criterio, entre las que no soy capaz de localizar a ninguno de nuestros responsables políticos, que son los que están generando la alarma social y el miedo.

Termino con este otro párrafo:

No quiero decir que no haya que ocuparse del tema, como hay que preocuparse de curar los cánceres e intentar evitar los suicidios. Pero el virus no puede paralizar nuestras vidas. Ocuparnos, pero no paralizarnos. Evidentemente debemos tomar las medidas que piden los que saben del tema, pero no obsesionarnos.

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