El pasado martes estuve cenando con unos buenos amigos de los tiempos en los que fui árbitro de fútbol (1973-1986). Normalmente somos diez y nos juntamos varias veces al año, además de compartir un grupo de whatsapp bastante activo. El martes éramos ocho porque dos sufrían algún problema de salud. Ya tenemos una edad y los achaques acechan.
Como de costumbre, hablamos de todo y de nada y -¡cómo no!- de fútbol y de árbitros. Creo que por primera vez hablamos de fútbol femenino, no tanto porque la selección de España ganara el Campeonato del Mundo, como por el el comportamiento en la entrega de medallas y trofeos de esa final y sus manifestaciones posteriores del ex-presidente de la RFEF, Luis Rubiales.
Ninguno justificó ese comportamiento y tampoco aprecié la empatía que esperaba con las jugadores de la selección española. En general, percibí una posición en relación a la utilización que se estaba haciendo de esas jugadores, por una parte de la clase política y por algunos medios de comunicación.
También escuché comentarios poco optimistas sobre el futuro del fútbol femenino en España. Eso fue el martes.
Todos sabemos lo que ha pasado después.
Ayer vi el segundo tiempo del partido Suecia-España, que ganaron las jugadores de la selección española por 2-3. A tenor de lo que vi en ese segundo tiempo, con toda justicia, aunque fuera en el descuento y de penalti.
Fueron 50 minutos de un fútbol abierto, divertido, con ocasiones y con detalles de enorme calidad, como, a mi modo de ver, los de Alexia Putellas, o el segundo gol de España, obra de Eva Navarro.
Creo mis amigos se equivocan y que el fútbol femenino, en España y en el mundo, tiene un futuro espléndido.
Es evidente que si no hubieran ganado el Mundial, Rubiales no se hubiera comportado como lo hizo y, por lo tanto, seguiría siendo presidente de la RFEA. Y las jugadores seguirían sufriendo lo que, al parecer, han venido sufriendo los últimos años.
No tan evidente pero, a mi modo de ver, bastante probable es que ayer, sin apenas entrenar y descansar durante la semana y enfrentándose, en su casa, a la selección que lidera el ranking de la FIFA, semifinalista en el Mundial de Australia, tras perder el la prórroga contra España, las jugadores de la selección hubieran salido derrotadas. No fue así, esas jugadoras ganaron y se empoderaron.
Esas jugadoras han conseguido, gracias, sin duda, a sus éxitos, pero también a su espíritu reivindicativo, algo que hace un mes hubiera sido impensable.
¡Bravo! por ellas.
Y, como dije el paso 29 de agosto: 'Dejemos de hablar de Rubiales y hablemos de las futbolistas. Se lo han ganado.'