De ahí a decir que soy un tipo políticamente incorrecto hay un buen trecho, que muy probablemente me cueste o no esté dispuesto a recorrer.
Dicho lo anterior, me atreveré a entrar en el charco de la polémica desatada a cuenta de lo que eufemísticamente se ha definido como educación diferenciada (seguimos con la terminología políticamente correcta) y que en román paladino se puede traducir en aquello de que, en la escuela, ‘los chicos con los chicos y las chicas con la chicas’.
Yo me eduqué en en colegio de frailes y no soy consciente de padecer ningún trauma por el hecho de que los alumnos fuéramos todos chicos y no hubiera ninguna chica. Como muchas personas que conozco –que se han educado en distintos modelos- he tenido buenos y malos profesores -para mí, la clave- mejores y peores compañeros y una experiencia, en general muy positiva, en lo relativo a valores, respeto e importancia del trabajo y el estudio.
Mis hijos han estudiado en una ikastola, mezclados chicas y chicos, y guardan un buen recuerdo de esa etapa escolar. Mientras ellos han ido a la ikastola, como padre, he participado activamente, siempre que he tenido oportunidad en las iniciativas académicas y de gestión del centro, aportando mi punto de vista.
Colegio de Eton |
Pues yo no estoy por discriminar negativamente esa educación diferenciada de chicos y chicas. Aunque no haya sido mi opción, me parece respetable… siempre que a mí no me obliguen a decantarme por ella.
Sin embargo –y aquí nadie se escandaliza- estoy en absoluto desacuerdo con que los políticos de turno, cada uno dentro del ámbito territorial y temporal de sus competencias, dictaminen, a su antojo, planes y currículos escolares, habiendo generado ya una intricada selva en la que ni con machete resulta posible abrirse paso.
En lo que conozco, creo que hemos generado un modelo en el que no prima el esfuerzo, en el que se trata de ‘pasar de curso’, como si fuera ‘pasar pantalla’ en la Nintendo; en el que los que se preocupan de ser buenos alumnos, buenos ‘profesionales’ (yo le suelo decir a mi hijo que su trabajo, mientras es estudiante, consiste en asistir a clase, estar atento, participar activamente, planificar y programar su trabajo fuera de clase y, como consecuencia de todo lo anterior, sacar buenas notas) están mal vistos, son políticamente incorrectos (‘empollones’ o ‘empollonas’); en el que se ha perdido el respeto al ‘maestro’ o a la ‘andereño’; en el que los padres hemos delegado en ellos nuestra inabdicable oblicación de educar y pedimos a la escuela que, además de enseñar, eduque a nuestros hijos, sin darles herramientas ni para lo uno ni para lo otro.
Desconozco los modelos que se siguen en países punteros en los célebres informes PISA (Programme for International Student Assessment) que cada 3 años edita la OCDE , con las evaluaciones realizadas a alumnos de 15 años de más de 60 países en lectura, matemáticas y ciencias, pero me atrevo a apostar que son muy distintos a los que tenemos en las 17 comunidades autónomas del estado español (por utilizar una terminología políticamente correcta ¿eh?)
Y me atrevo a apostar igualmente que no habrá diferencias significativas en función de que en esos países punteros haya o no un ministerio de igualdad que se preocupe de que todos sus miembros y ‘miembras’ sean educados en la correción política… cambiante en función de quién sea el ministro de turno.
Para los que, como yo, damos importancia a los ‘hechos y datos’, sonroja ver cómo España está en el puesto 33 de 65 en lectura, por detrás de Grecia, Italia, Irlanda y Portugal (¿os suenan?); en el puesto 34 en matemáticas (32º Irlanda, 33º Portugal, 35º Italia, 39º Grecia); y en el puesto 36 en ciencias (20º Irlanda, 32º Portugal, 35º Italia y 40º Grecia) y que no llegamos a la media de la OCDE en ninguna de esas tres materias. Al final del link, podéis ver los datos
Que con esta realidad nos precupemos de la ‘educación diferenciada’… ‘manda huevos’, que diría Trillo.
Termino. Creo firmemente que el Estado tiene que garantizar el derecho a la educación y que ese derecho es igual para todos, chicas y chicos, ricos y pobres, vascos y andaluces, religiosos y agnósticos.
Creo que los contenidos y la metodología tienen que estar en manos de los profesionales, es decir de los maestros, profesores y comunidad educativa, de la que los padres también formamos parte; no de los políticos de turno.
Creo que, además de los alumnos, a los que evaluamos con las notas, también debemos evaluar a los maestros y a los centros, respetando su autonomía, a través de un modelo objetivo e igual para todos, al estilo del Informe PISA.
Y creo que del resultado de esas evaluaciones a los maestros y a los centros, se tienen que derivar planes de acción, con objetivos, responsables y plazos, para que tengamos una escuela y una universidad que enseñen de verdad a nuestros hijos, sin limitarse a que pasen de curso.
Y creo que del resultado de esas evaluaciones a los maestros y a los centros, se tienen que derivar planes de acción, con objetivos, responsables y plazos, para que tengamos una escuela y una universidad que enseñen de verdad a nuestros hijos, sin limitarse a que pasen de curso.
Aunque en este país enseguida hayan saltado las alarmas, el modelo de educación diferenciada no responde a un planteamiento ideológico de la derecha política (aquí enseguida la han presentado como una vuelta al franquismo, faltaba más). Parece ser que Barack Obama la ha impulsado en USA, como los Verdes y el PSD lo han hecho en algunas zonas alemanas. Ojalá imperen unos criterios objetivos de mejora de la educación, así, sin apellidos. Que buena falta nos hace.
ResponderEliminarNo sé si diferenciada en chicos y chicas (reconozco que, aunque no estoy muy informado del tema, me decanto por aulas mixtas), pero diferenciada sí tiene que ser la educación: No hay dos niños iguales.
ResponderEliminarNo son de recibo los recortes en la materia, pues las aulas están masificadas y así es imposible que los buenos profesores tengan buenos alumnos.