Las vacaciones en Benidorm, nos están permitiendo disfrutar de un tiempo veraniego, que invita a tomar el sol y a leer en la tumbona.
Cuando sale el sol, salgo a correr en compañía de Marcos Arriarán, con quien he coincidido. Nos hacemos los 12 kilómetros de ida y vuelta a las playas de Levante y de Poniente, en los que empleamos 55 minutos. Ducha, desayuno... y a la tumbona. Bueno, los miércoles, al mercadillo. Después de comer, vuelta a tumbona: siesta y más lectura.
Después de dar buena cuenta de 1Q84, de la que os hablo en el post inmediatamente anterior, he devorado un pis pás la última novela de Eduardo Mendoza: 'El enredo de la bolsa y la vida'.
Eduardo Mendoza recibiendo el Premio Planeta |
Antes de ésta y del mismo autor he leído sus últimas novelas: 'Riña de gatos', 'El asombroso viaje de Pomponio Flato', 'Mauricio o las elecciones primarias' y 'La aventura del tocador de señoras'.
Ha habido momentos en los que, mientras estaba leyendo, no he podido reprimir una carcajada, ante la extrañeza de mis vecinos adoradores del sol y la mirada interrogante de mi mujer. Eduardo Mendoza me recuerda a Tom Sharpe y sus personajes al 'increíble Wilt'.
El enredo de la bolsa y la vida no es una obra de arte (¿o sí?) ni probablemente lo pretende, pero tiene unos pasajes tan hilarantes y disparatados, que sólo por ellos merece la pena leer el libro. Yo ya soy un fiel lector que espera impaciente la próxima entrega del ingenio y la ironía de Eduardo Mendoza.
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