Esta tarde he terminado de leer la novela que me ha tenido enganchado las últimas semanas, una mezcla de novela histórica, romántica y social, continuación de La caída de los gigantes, que se situaba en los comienzos del siglo XX, contados a través de las historia de cinco familias: dos británicas, una alemana, una rusa y una americana, que terminan relacionándose las unas con las otras en el marco de la primera guerra mundial.
En esta segunda entrega, Ken Follet, manteniendo los personajes de la primera, da paso a una segunda generación, que arranca con la llegada al poder de Hitler en la Alemania nazi, hace una breve incursión en la guerra civil española, se centra en los horrores de la segunda guerra mundial y termina con el nacimiento de la guerra fría. Por cierto que el autor no oculta sus simpatías políticas, de manera que los personajes en la órbita de la socialdemocracia son siempre los 'buenos'.
Como todas sus obras más conocidas (por ejemplo, Los pilares de la tierra), El invierno del mundo engancha desde el principio. A través de sus casi mil páginas, asistimos a los horrores de la guerra, de todas las guerras y de todos los ejércitos. Y los horrores de todos los totalitarismos, representados aquí por el nazismo de Hitler y el comunismo de Stalin.
Por ser lo que tengo más reciente, os dejo este pasaje, que aparecen casi al final de la novela. Una joven alemana de buena posición, que ha perdido a su familia, que no tiene trabajo y que ha sido múltiplemente violada (a pesar lo lo cual ha decidido tener al hijo fruto de esa agresión), le dice a una amiga: 'Es una decisión que he tomado por mí misma. Las mujeres alemanas tenemos que tomar decisiones difíciles. Estamos pagando por las decisiones fáciles que los hombres tomaron hace quince años... Los pecados de los padres los pagamos las hijas.'
A la espera impaciente de la tercera entrega de la trilogía The Century, que arrancará con la Guerra Fría, me quedo con esta reflexión, hecha por una mujer, sobre las atrocidades cometidas por los hombres.
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