Ruta gastronómica en la Costa del Sol

Venta Jarandilla

Tengo la suerte de estar casado con Pili, un dechado de virtudes, entre las que destacan todas las que tienen que ver con la gastronomía. Excelente cocinera, y no menos excelente en organizar viajes, en los que una prioridad es disfrutar de la comida típica de los lugares que visitamos.

Algo he comentado en algún post anterior de nuestra ruta gastronómica en estas vacaciones en la Costa del Sol, con el prólogo de Granada.

El sábado, comimos en Ronda, en Casa Ortega (Plaza del Socorro, 17). Excelente materia prima, mejor elaboración y un gran servicio. Por cierto, si pasáis por Ronda, merece la pena desviarse 10 kms, por una carretera muy sinuosa, para visitar Júzcar, el pueblo pitufo, con todas sus casa pintadas de azul.

El domingo cenamos en la Venta Jarandilla, en la carretera, también muy revirada, en una de las curvas que nos encontramos de Sotogrande a Castellar de la Frontera. Cocina de caza (venado, jabalí, etc.) y unos tomates espectaculares. Servicio familiar que nos hizo sentirnos como en casa.

La Escollera

De 'Il Capitano', del que ya escribí, la típica comida italiana queda eclipsada por 'Berlusconi' y sus maniobras para atraer, retener y mantener a sus clientes.

El martes 30 de julio cenamos en La Escollera, en el puesto pesquero de Estepona, en un local que más parece un chiringuito. Pescado fresquísimo, con una relación calidad-precio de sobresaliente. Veréis fotos de futbolistas y actores famosos.

Rufino

Algo parecido podemos decir de Los Cañizos, en el puerto pesquero de Marbella, donde  comimos una corvina (9 €) y un atún rojo (11 €) a la plancha sencillamente sensacionales.

Y hoy acabamos de cenar en Rufino (C/ Monte-mayor, 4) de Benahavis, donde, siguiendo las indicaciones de Pili, hemos tirado por la carne. Yo he disfrutado del mejor rabo de toro que he comido en mi vida. Y me he comido unos cuantos ¿eh?. El pueblo merece una visita, cuyo broche de oro es cenar en la terraza de Rufino.

'Nuestras vidas no están en manos de los dioses, sino en manos de nuestros cocineros.' (Ling Yutang)