Ahora que estamos en Semana Santa, vamos a hablar de religión, de la religión del GPS, que cuenta con millares de fieles por estos lares, que serán millones en todo el mundo.
Entre los muchos comentarios
que me han llegado después del post que publiqué el martes, hablando de la
carrera corta de la Azkoitia-Azpeitia, hay uno especialmente bien documentado y
argumentado, con datos, referencias y hasta anéctotas. Es alguien que habla con conocimiento
de causa y que, más que probablemente, haya hecho con el GPS más kilómetros que
cualquiera de nosotros. Eso sí, me ha pedido: ‘… Porfa, no digas que lo he puesto yo, que seguro que alguien me dice
algo...’
Hay un consenso muy extendido
respecto de que los GPS ‘comerciales’, como los que llevamos en el Garmin,
Polar, Suunto o similar, pueden medir entre un 1% y un 2% de más. En una
carrera de 10 km pueden ser entre 100 y 200 metros.
Sí se puede afirmar que esos
dispositivos pueden llegar a ser muy exactos si corremos siempre en línea recta,
pero pierden esa precisión en las curvas y giros que damos en todas las
carreras. Por lo tanto, podemos afirmar que el GPS
está muy bien para tener una idea muy aproximada del ritmo al que estás
corriendo… siempre que asumamos que no es el ritmo real.
Los circuitos homologados
obtienen esa acreditación después de superar un protocolo complejo –y caro- realizado por jueces expertos, con al apoyo,
incluso, de los agentes de movilidad. Nos os aburriré con ese protocolo, que
podéis buscar y consultar en internet.
Sí suele suceder
que los puntos kilométricos están mal marcados. Las causas pueden ser tan
peregrinas como que no había donde sujetar el cartel y lo hagan unos metros
antes o después, aprovechando un árbol o una farola.
En fin, que seguiremos discutiendo de las distancias de las carreras, pero, para mí, no hay debate cuando la prueba puede acreditar que está homologada. Ante ese argumento, nada vale mi GPS. Volviendo a la religión, la fe de los conversos al running no se sostiene cuando hay una evidencia científica.
En fin, que seguiremos discutiendo de las distancias de las carreras, pero, para mí, no hay debate cuando la prueba puede acreditar que está homologada. Ante ese argumento, nada vale mi GPS. Volviendo a la religión, la fe de los conversos al running no se sostiene cuando hay una evidencia científica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario