El pasado sábado, en el XVII Gran Premio de Los Corrales de Buelna, se
celebraron, entre otras pruebas, dos carreras de 5.000 metros. En la primera
tomaron la salida 29 atletas, de los que 8 abandonaron. De esos 29, sólo uno
era local, cántabro Diego Cuadrado,
que fue uno de los que no terminó la carrera, igual que todo un internacional
como Roberto Alaiz.
En la segunda carrera, salieron 20 y llegaron 18, de los que 2 eran
cántabros. La explicación de que nada menos que 46 atletas de buen nivel se desplazaran
hasta esa pista de Cantabria, a 42 km de Santander y a 224 km de Donostia, es
bien sencilla: buscaban una carrera rápida, que les permitiera hacer una buena
marca y/o conseguir la mínima para un Campeonato.
Ya contábamos el lunes que Eneko Agirrezabal
tuvo la suerte de correr en la primera serie. Digo suerte porque en esa primera
serie les tomaron los tiempos.
En la segunda estaban Ander
Sagarzazu, Asier Fernández Murillo, Aitor Etxeberria, Ander
Ortiz y Alberto Arberas. Los
tres primeros hicieron marca personal: 14:29 Ander, 14:58 Asier, y
14:59 Aitor. Me da que también Ander Ortiz lo pudo conseguir y sé que Alberto Arberas abandonó. Nunca un
abandono le habrá resultado menos doloroso, porque los 18 que llegaron a la meta se
quedaron sin marca, al fallar la foto
finish y no tener los jueces un plan B tan elemental como el cronometraje
manual.
El comunicado del Área de Competición de la Federación Cántabra de
Atletismo, fechado el lunes 4 de junio, que veis reproducido, denota una
absoluta falta de orientación a sus clientes que no son otros que esos 18
atletas que viajaron desde Madrid, Oviedo, Burgos, Huesca, Pamplona, Donostia,
Zamora… intentando hacer la carrera de su vida, y consiguiéndolo muchos de ellos,
para quedarse con un palmo de narices porque no hubo plan B.
En los dos días transcurridos entre el sábado y el lunes, podrían haber
buscado un plan C: grabaciones con teléfonos móviles, vídeos, los cronometrajes
manuales de los entrenadores, que seguro había entre los muchos asistentes.
Nada. Pedir disculpas y programar un control el 22 de junio para que los
atletas sob-23 puedan hacer mínima para el Nacional.
Me sigue asombrando que en 2018 sigan pasando estas cosas. Todos nos
podemos equivocar, todas las máquinas pueden fallar, pero no tiene
justificación –y menos en esa competición- carecer de un plan de contingencia.
Y todo por no pensar en los
protagonistas: los atletas.
Como vemos en la foto, el año pasado, Ander Sagarzazu y
Alberto Arberas corrieron la carrera
de 10 KM de Oñati y cobraron por hacerlo. Supongo que este año estarían también
invitados, lo mismo que podían haber estado Asier Fernández, Aitor
Etxeberria o Ander Ortiz. Los
cinco podrían haber competido en el Campeonato
de Euskadi, que se celebraba en Durango, o haber disputado la popular Korre Night Music, con 300, 180 y 120 €
de premio para los tres primeros, o hacer podium en cualquiera de las muchas
populares programadas ese fin de semana en Gipuzkoa.
No lo hicieron y se metieron más de 450 km de coche, entre ida y vuelta,
con los gastos correspondientes: comida, gasolina, autopista… porque estaban en
forma, habían preparado con mimo esa carrera y se sentían plenamente motivados.
Desde aquí les mando un fuerte abrazo, mi reconocimiento y mi rebelión
contra una omisión inaceptable, porque estoy seguro de que, todavía hoy, hay
medios para dar una solución a esos 18 atletas, que no pase porque tengan que
volver a correr.
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