Desde el pasado domingo, estamos de vacaciones en Vilanova i La Geltrú, en el magnífico piso de unos amigos, que tiene de todo menos wifi. Prevenido que es uno, me traje un pintxo de Euskaltel que, mal que bien, me hizo un apaño hasta el miércoles, día en el que decidió dejar de funcionar, dejándome fuera del mundo de internet y las redes sociales, al que, milagrosa-mente, creo que acabo de volver.
Seguro que muchos de vosotros habéis oído hablar de la Pirámide de Maslow, a la que habría que añadir, en la base, junto a necesidades tan básicas como la alimentación, una conexión decente a internet.
Por lo demás, salvo el día de hoy, dedicado al dolce far niente, los demás han sido una vorágine de actividad. Reencuentros con amigos catalanes a los que hace tiempo que no ves, que se desviven por hacerte objeto de una hospitalidad que desborda tus expectativas y el tiempo que tenías previsto dedicarles. Terminas el día agotado y con vivencias que recordar y hasta compartir en este blog, si no fuera por los esquivos duendes de internet.
Aquí os dejo por hoy, antes de que pierda la señal.
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