Ayuntamiento de Redondela |
Si el sábado llegamos a O Porriño con 34º, el domingo a la hora de comer, en Redon-dela el termómetro marcaba 36º. Menos mal que para las 8:30 ya estábamos en camino y que antes de las 11:15 llegá-bamos a Redondela, villa de viaductos situada al borde de la oculta ría de Vigo, después de 15 kilómetros sin paradas y a buen ritmo, tras superar una subida bastante lleva-dera y una bajada muy anti-pática, antes de una parte final bastante humaniza-da. Casi todo el camino discurre por zonas asfaltadas, con bastantes sombras, al menos a las horas a las que nosotros hemos pasado.
Imagen de un emparrado |
Hace algunas incursiones en espacios arbolados, con pis-tas de tierra o adoquines. Hay cinco albergues en el camino y pasa por el Ayun-tamiento de Mos, lo que ofre-ce múltiples oportunidades de repostar, descansar y hasta hacer alguna visita. El granito sigue presente en edificios, pavimentos y mobi-liario urbano, lo mismo que los emparrados sobre estruc-turas de piedra, madera o hierro, que en las numerosas fincas que bordean el camino ofrecen espacios a la sombra, con techos de hojas de parra entra las que asoman uvas embrionarias.
El calor nos ha desanimado de ir a la playa, distante cinco kilómetros del casco urbano de Redondela y después de disfrutar de una comida excelente, hemos descansado, leyendo, escribiendo, navegando por internet...
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