viernes, 14 de agosto de 2015

Donosti, ¡olé!


El título de este post se lo tomo copiado a Alberto Arberas, taurino confeso, que lo puso ayer en su facebook y leí al volver de la plaza de toros de Illumbre, donde disfruté de una entretenida corrida con toros de Torrestrella e interesantes faenas de Enrique Ponce, premiado con una oreja en su segundo, Jose María Manzanares, que tal vez mereció otra oreja en su primero y el debutante López Simón, que puso a la plaza en pie, pero se quedó sin orejas por su desacierto a la hora de matar y por la agonía que toleró a Vinatero, un negro listón de 530 kilos, que herido de muerte aguantó en pie unos minutos que se hicieron eternos.

Después de dos años, volví a disfrutar de la emoción, del ambiente, del colorido, y de la estética que encierra una corrida de toros; de esa sensación que no soy capaz de explicar -¿será que es inexplicable?- y que me pone la piel de gallina cuando el torero se entrega sin reservas para someter a un bello y peligroso animal de más de 500 kilos con dos enormes pitones.

Enrique Ponce brinda su primer toro a Juan Carlos de Borbón
La presencia de Juan Carlos de Borbón, acompañado de su hija Elena y los hijos de ésta, apenas fue una anécdota y sirvió para congregar a apenas dos cente-nares de antis -no quedaba muy claro contra qué o contra quién; incluso separados en dos grupos: uno más numeroso con abundancia de ikurriñas y otro casi escuálido con banderas republicanas- que pasaron casi desapercibidos, salvo por los informativos de televisión, siempre ávidos de carnaza, entre los seis o siete mil aficionados que completaron dos tercios del aforo de la plaza.

Entiendo a quienes, como Manuel Vicent dicen que 'El arte torear consiste en convertir en veinte minutos a un bello animal en una albóndiga sangrante ante un público alborozado'.

Pero yo me sumo a los que afirmaba Enrque Tierno Galván -un hombre culto y progresista, a quien nadie podría calificar de monárquico, franquista o fascista- cuando dijo: 'El torero sigue siendo mítico y cuando expresa la valentía el pueblo se enardece y los viejos entusiasmos reaparecen'.

3 comentarios:

  1. Pues yo no puedo con la "fiesta nacional"; por un lado me evoca algo muy rancio en cuanto a jerarquías y aires retrógrados, y, por otro y menos subjetivo, me espanta (sólo he ido una vez y lo pasé mal) escuchar al toro agonizar sin parar

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los aficionados a los toros ocupamos todo el espectro socio-político. Entiendo que no te gusten los toros. Si fuiste una vez y lo pasaste mal, no vuelvas. Muchas gracias por tu opinión.

      Eliminar
  2. Aquí uno de los "antis", corredor de carreras populares y amante de la verdadera cultura y el arte. Y no de estas salvajadas para retrógrados y carcamales (sean españoles, vascos o borbones). Contra los poderes fácticos de esta provincia. Un saludo.

    Jo ta ke.

    ResponderEliminar