‘Normalmente en una carrera me fijo mucho en las cosas, en la gente, en el recorrido, en cómo va la carrera, como voy yo, y en este caso lo que saco a los demás, lo que creo que pueden correr (siempre pensando
a favor de ellos para no tener sorpresas) y en qué puedo ir yo. Al final importa el puesto y no tanto el tiempo.’
A raíz del post que publiqué el pasado lunes, me he cruzado varios mensajes y correos con
Asier Cuevas, de los que he recogido información más allá de los fríos datos que proporcionan los parciales cada diez kilómetros con los que elaboré el relato de la carrera. La frase entrecomillada con la que he arrancado este
post define muy bien la estrategia seguida por Asier para alzarse con ese fantástica medalla de plata. Esta otra frase también nos ayuda a adentrarnos en sus sensaciones y en sus vivencias:
‘El 100 tiene mucho de contar y calcular, sobre todo en la parte final de la carrera: ésta creo que ha sido buena. Un subcampeonato del mundo. ¡Quién me lo diría a mí hace unos años! Pero mira, escalón a escalón sigo subiendo escaleras’.
Jonas Buud, Asier Cuevas y Giorgio Calcaterra |
Por si fuera poco, a los 1.500 metros se paró para asentarse bien la lengüeta de la zapatilla. No es un detalle baladí cuando uno tiene que correr 100 kilómetros. Vio cómo le pasaba
Ibon Esparza, pero él siguió tranquilo, a lo suyo. Aquí podemos encontrar explicación al retraso de un minuto al paso por el primer control de los 10 kms.
La segunda vuelta ya fue cogiendo un poco más de ritmo y le saltó alguna alarma –igual que a
Ibon- al ver que su frecuencia cardiaca era superior a 140 p.m., cuando el objetivo era ir por debajo de 130 p.m. Esta parte del
mail de Asier la he tenido que leer tres veces, asombrado de que haya alguien capaz de correr a 3:50 por debajo de 130-140 p.m. Ni a 6:00 tengo yo ese pulso.
El parcial de la tercera vuelta (38:55) fue peor que el de la segunda (38:22). Otra vez tenemos la explicación de
Asier: ‘Me paré a mear… parecía que no había meado en un mes’.
Seguimos con el relato de
Asier: ‘De ahí hasta el 50 seguí un ritmo bastante uniforme (38:00 y 37:55)
y a partir del 50 me encontré de cine (37:44) y ahí creo que corrí un pelo más, pero más por la inercia que por querer correr más rápido’. Ya decíamos el lunes que durante estos 30 kilómetros hizo los parciales más rápidos -incluso que el sueco
Jonas Buud- y se colocó en segunda posición, a 2:17, que es lo más cerca que estuvo de la cabeza.
Del km. 60 al 70 bajó un poco el ritmo (38:25). También nos lo explica:
‘Salió el sol y el tema se puso ‘complicado’… menos mal que tapó’. También nos cuenta que en alguna vuelta anterior le pareció ver a
Ibon parado, impresión que confirmó al paso por esta séptima vuelta.
Ya asentado en la segunda plaza, sus problemas empe-zaron a partir del km. 85:
‘Empecé a notar los típicos dolores que me salen en la cara externa del cuádriceps’.
Este parcial lo hizo en 42:54.
Así nos cuenta cómo vivió el momento en el que el ruso
Vasiliy Larkin le quitó, por un rato, la segunda plaza: ‘En el 86-87 paré un momento a estirar. Pensaba que le sacaba más y me pasó, pero le tenía delante. Justo en el avituallamiento del 90, estaba parado, con mala pinta, y ahí vi que el ruso se
había roto. Estos van hasta que se funden’.
Fijaos en las piernas de Asier, abrazado a su masajista José Luis Romanelli |
Perfectamente justificada y explicada la frase con la que arranca este
post ¿verdad?
Para terminar os dejo este gráfico, que refleja la diferencia con el líder cada 10 kilómetros de
Asier (rojo), el italiano (azul) y el ruso (verde). Sobran las palabras y queda explicada la perfecta gestión que hizo Asier de sus recursos, que a la vista aparentan muy escasos (46 kilos), pero que esconden un corazón que apenas se altera, una mente
analítica y una visión panorámica.
Chapeau!
Asier.
Interesante artículo. Gracias
ResponderEliminarUna vez más, chapeau, Asier !!!
ResponderEliminarCelebra esto como te gusta, con tu media naranja, y por lo menos un Aalto regando una fina cena.