miércoles, 18 de noviembre de 2015

Liberté, égalité, fraternité

Le jour du Quatorze Juillet
Je reste dans mon lit douillet.
La musique qui marche au pas,
Cela ne me regarde pas.

Es el comienzo de la segunda estrofa de La mauvaise reputation, de Georges Brassens, que Paco Ibañez cantaba así:

Cuando la fiesta nacional
Yo me quedo en la cama igual
Que la música militar
Nunca me supo levantar

A mí, que evito en lo posible los himnos y las banderas, me empieza a repugnar el lenguaje bélico que va ganando terreno en una sociedad como la francesa -a la que profeso una sana envidia- que acuñó el lema liberté, égalité, fraternité -que encabeza su Constitución- y a la que pretenden venderle el humo de la securité, algo que nadie, en ninguna circunstancia, nos puede garantizar.

El ser humanos es vulnerable, especialmente ante otros seres humanos. ‘Homo homini lupus’ (el hombre es un lobo para el hombre) es una expresión que define a la perfección los horrores de los que es capaz la humanidad consigo misma. El sábado, en París, tuvimos una prueba. Antes, el jueves, en el Líbano, y diariamente en Siria, Irak, Afganistán…, ante la indiferencia de una Europa vieja, conservadora, recelosa y materialista, incapaz de regenerarse y dispuesta a vender su alma y su libertad a cambio de una falsa seguridad.

De la igualdad  y la fraternidad, mejor no hablamos ¿verdad?

Ante la conmoción generada por los atentados de París y el subsiguiente despliegue mediático –inexistente ante otras tragedias fuera de nuestra sociedad instalada-, ante el pensamiento único que nos quieren imponer, me avergüenzo de nuestra docilidad. No admito que estemos en guerra y no quiero vivir en un estado policial.

Quiero llevar una vida nor-mal y asumo el riesgo infini-tesimal de perderla por culpa de un fanático religioso… o un terremoto; o por el más probable de un accidente de tráfico, un cáncer o un infar-to. Si he interpretado bien las vigentes tablas de mortali-dad, a mis 60 años tengo casi un 1% de posibilidades de no llegar a los 61 (si fuera mujer estaría por debajo del 0,5%). No creo que ese % mejore por muchos policías o militares que me protejan.

Leí hace tiempo que las mejores cosas que nos puede ofrecer la vida son gratis, son pequeñas y no son cosas. Una de ellas es la libertad. Y no la cambio por la seguridad que ningún estado me puede garantizar, por muy policial que sea. Además, es un enorme negocio y nos cuesta muy cara a los ciudadanos. 

3 comentarios:

  1. De aquellos polvos, estos lodos.

    Mientras sigamos a pies juntillas a "la primera potencia del mundo", tendremos sus consecuencias. y, como dices, esta vieja y rancia europa, desgraciadamente, no tiene ni personalidad ni arrestos para liderar nada.

    Así que, a pagar un precio, y si nos toca, muy caro, y, mientras, a seguir con la hipocresía: qué barbarie, sí, pero como ésta, las hay "a diario" (ya, pero no son "como nosotros").

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  2. Una reflexión muy sabia... y de sentido común. Cómo me alegra! Sigo desde hace unos años diariamente tu blog como padre de un corredor de atletismo, y comparto y disfruto mucho de tus reflexiones. Eskerrik asko.

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  3. Leyendo el DV digital, en estos momentos nos toca mucho, como es normal, la carta de Antoine dedicada a su pareja y a sus sentimientos, pero, creo que para situarnos en un punto más centrado, debemos leer sin falta la de Kanouté (ex futbolista del Sevilla), que entra de lleno en el fondo del asunto.

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