Ayer corrimos sin dorsal. Foto de Luis Peralta |
Eran las 5:10 y
yo me aprestaba para hacer un rodaje mañanero antes de ir a currar. Para mi
sorpresa, se ofreció a acompañarme y no le di oportunidad de arrepentirse. Le
di diez minutos –que terminaron siendo quince- para visitar a Roca,
cambiarse, y meter algo al cuerpo distinto de lo que hubiera estado tomando
hasta entonces. No necesariamente en ese orden. Se hizo un zumo de naranja, se
lo tomó, y no entraré en más detalles. A las 5:26 arrancábamos en el
Paseo de La Concha.
En Santo Tomás, con su hermana |
Tras los
estiramientos de rigor, coincidimos en el desayuno con mi mujer; y lo que
alguna otra vez hubiera sido motivo de caras largas, terminó en risas
contenidas, con Iñigo en la cama, bien limpito, por fuera (menuda peste traía) y por dentro;
y con sus padres yendo a trabajar, como cualquier día normal.
Bueno, yo un
poco más contento, porque confirmé que mi hijo sabe estar a las duras y a
las maduras… y porque no es lo mismo rodar solo que bien acompañado.
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