Burela (Lugo) |
Después del baño, indiferente ya al entorno, aunque no a su belleza, Mario se tumbó en la arena y se quedó dormido, esperando el whatsapp de Iria. ¿Llegaría?
Lo que sonó no fue la sintonía del whatsapp, sino el carillón del I-Phone. ¿Iria? No, su abuelo, o sea, su jefe.
- ¡Hola! abuelo, porque estando de vacaciones te puedo apear del Don Ramón ¿verdad?
- ¿Por dónde andas, Mario?
- Si te lo cuento, no te lo vas a creer.
- ¿Que no me lo voy a creer? Mal asunto, chaval. Si un abogado no es capaz de contar una historia creíble, especialmente para el Tribunal, lo tiene complicado. Así que mientras intentas que me la trague, te cuento yo la mía, que no tienes más remedio que aceptar, porque para eso soy tu jefe.
- Pues usted dirá, Don Ramón.
- Déjate de coñas. Te espero mañana a las 7:30 en el despacho. Se acabaron las vacaciones.
- ¿Preparo algo?
- ¿Has leído El Faro de Vigo?
- ¿Qué parte?
- Aunque tú también seas gallego, yo soy el que hace las preguntas. Bueno, ya veo que no lo has leído. JH ataca de nuevo. Ha publicado un artículo de opinión que termina con esta frase. 'La única iglesia que ilumina es la que arde'. ¿Te haces una idea de lo que ha tardado en llamarme Monseñor?
- Conociendo sus horarios y costumbres, apuesto a que antes de que llegara al despacho. Y, por cierto, esa misma pintada la he visto esta semana en las paredes de una iglesias de Burela.
- Bonitas playas y mejor atún. A un corazón casto y puro como el tuyo no se le ocurriría sacar una foto ¿verdad?
- Me santiguo, Don Ramón. Ni se me ocurrió. Lo que sí me fijé es que iba firmada por la A de los anarquistas. Ya sabe, esa que tiene un círculo alrededor.
- ¿Y tus amigos? Igual alguno la sacó. aunque no sirva para nada, me encantaría enseñársela a Monseñor para que vea que JH no es tan original.
- ¡Ostras! Pues, Anxo, a lo mejor. Ahora mismo les pongo un whatsapp.
- Pues a ver si hay suerte, porque estamos a 250 kilómetros de Burela. Bueno, tranquilidad. Vente leído y a ver si me mandas esa foto.
- Hasta mañana, Don Ramón. Siempre a sus órdenes.
Puso el whatsapp y Anxo contesto de inmediato, adjuntando la foto. Como su abuelo odiaba el whatsapp, se la mandó por correo electrónico, con este texto: 'Here you are, my boss'.
Y en ese momento, le llegó el whatsapp que estaba esperando. Estaba desnudo en la playa de Castro de Baroña, a más de ochenta kilómetros de Pontevedra y tenía menos de cinco horas para llegar, en bici, adecentarse, cenar algo y presentarse en la Avenida de Buenos Aires.
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