Conocí a Eugenio Ibarzabal hace cosa de diez años, con ocasión de un trabajo de consultoría -excelente- que hizo para Kutxa. Lo que más me llamó la atención fue su capacidad de escuchar y de no juzgar. Me regaló y dedicó un libro suyo, titulado Piensa bien y acertarás, de lectura fácil, cargado de buen sentido común.
El segundo recuerdo que tengo de quien fuera portavoz del Gobierno Vasco en los años 80, es una charla en el 6º Foro Eurogap Marketing, del que un millar de afortunados disfrutamos todos los años en el Kursaal, en el mes de abril. Fue una charla brillante, en la que ponía el acento en los que nos toca hacer, enfrentado, tantas veces, a lo que nos gusta hacer, una adaptación de ese viejo refrán que dice que 'antes es la obligación que la devoción'.
Con posterioridad, he leído alguno de los libros que ha escrito y el último ha sido el que da título a este post, que cuenta sus vivencias en esa apasionante década que va de 1977 a 1987, de ahí lo acertado del título: Días de ilusión y vértigo. En mi caso, por poner dos ejemplos, en esa década empecé a trabajar en la Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián (1978) y me casé (1986). Y asistí, como muchos otros vascos, a una transición que todavía no hemos terminado. Recordad que Franco falleció el 20-11-1975.
Partiendo de una serie de entrevistas a Koldo Mitxelena, que empezaron en el verano de 1977, termina diez años más tarde, cuando fallecía el lingüista y Eugenio Ibarzabal abandonaba el puesto de portavoz del Gobierno Vasco.
Nos habla de la transición, la negociación de la Constitución española y el Estatuto de Autonomía, del ambiente previo al 23 F, los intentos de negociación con ETA militar, la disolución de ETA político militar y la escisión del PNV.
Desfilan por sus páginas personajes como el citado Koldo Mitxelena, Julio Caro Baroja, Xabier Lete, toda la clase política, periodistas, etc.
Como dice el autor, Días de ilusión y vértigo es también un libro sobre la amistad, el entendimiento, la compañía, la complicidad y la solidaridad, pero también sobre la ruptura, el abandono, la soledad y el descubrimiento de su inexistencia.
Está escrito desde el punto de vista de un nacionalista, no sé si moderado o desen-cantado, que en muchos momentos se desahoga con retratos muy crudos de la clase política vasca. Es como si, después de haber escuchado tanto, se decidiera por fin a hablar, desvelando algunos acontecimientos desconocidos hasta el momento.
Me ha recordado esos años tan importantes para Euskadi y también para mí. Es una lectura amena, que os recomiendo y que ayuda a entender esa década que no fue especialmente prodigiosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario