El 8 de julio, en Maracaná, se jugó la semifinal de la Copa Mundial de Fútbol 2014, que enfrentaba a los anfitriones, Brasil, con Alemania. Con un escandaloso 0-7 en el marcador, a punto de terminar el partido, Ozil tuvo oportunidad de meter el octavo gol para los alemanes. Falló y un minutos después, en el 90, Oscar hizo el solitario gol de los locales, dejando el resultado en un contundente y vergonzante 1-7. Fue lo que antes se conocía como el gol del honor, ese que consigue el equipo que esta siendo vapuleado y que le permite salvar un más que dudoso honor.
José Luis Zubizarreta comienza su artículo de ayer en El Diario Vasco, titulado Hechos y creencias, con esta frase: 'Decían los escolásticos, siguiendo la tradición de los filósofos griegos, que frente a los hechos no valen argumentos. Es aquello de HECHOS y DATOS que tanto me oís decir a mí.
La historia la escriben los vencedores y en la que se cerró ayer, dos años y nueve meses después de aquel partido, tiene muchos perdedores. Casi un millar perdió la vida y fueron decenas de miles los que, en algún momento, en estos cincuenta años, perdieron/perdimos la dignidad, la decencia o como se quiera llamar a lo que hemos aceptado, unos pocos por acción y muchos, muchísimos, por omisión.
El sábado en Baiona, ETA marcó su último gol, buscando una salida digna, esa que siempre conviene ofrecer, incluso a nuestros peores enemigos. El siguiente paso, por puro egoísmo y por empezar a restaurar el perdón y la convivencia, será trabajar la reconciliación. Con hechos y sin necesidad de muchos argumentos. Como dijo Voileta Chamorro: 'La reconciliación es más bella que la victoria.
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