El maratón de Marco Rodrigo

Un maratoniano de raza

Seguro que muchos le conocéis en su faceta profesional como periodista deportivo en el diario Noticias de Gipuzkoa. Algunos menos en su faceta atlética porque se prodiga poco, eligiendo muy bien dónde y cuándo competir. Después de varios años asediado por las lesiones, afrontó 2017 con el objetivo puesto en el maratón de Donostia y el punto de mira en su marca: 2:38:30, conseguida el 20 de octubre de 2013 en el maratón de Amsterdam.

Para ello, se puso en manos de alguien que sabe: Florian García Pavón. No añadiré más y dejaré que sea él quien nos cuente su experiencia... después de la introducción de quien fue su gregario: Ima González Gete: 

El maratón, el maldito, cruel, despiadado y pese a todo tan ansiado maratón. Esa prueba que me despierta tanto respeto, como ansiedad. Es como la chica a la que no te atreves a invitar a bailar. Es muchas cosas, pero por el momento, es cosa de otros compañeros, quizás más valientes, locos o simplemente despreocupados. 

Un año más, me resguardé en esa segunda fila del gregario sabedor que se encuentra libre de responsabilidad final. Ayudar a un amigo y compañero no es un sacrificio, es una gozada. 

Os dejo con un tipo, que el pasado domingo dio una máster class de saber estar. 

Con ustedes, Marco Rodrigo.

Pasados ya unos cuantos días desde el domingo, tengo ahora la oportunidad de revivir la escena del kilómetro 25 del maratón, cuando Imanol dio por finalizado su buen trabajo y quedé solo ante el peligro... En este caso, lo que toca es escribir en un blog de éxito como el de Gabriel, en el que soy consciente de que no cabe aburrir con batallitas personales. De mi carrera simplemente diré que la preparamos para salir en grupo a 3.40 el mil, que el ritmo ya suponía ciertos riesgos, ir cerca del límite, y que en esas circunstancias cada segundo de menos se nota mucho. 3.37, 3.36, 3.38... 

Para el kilómetro 7 ya me estaba atufando. Quedaban 35 y las sensaciones eran propias de estar corriendo un diez mil. Menos mal que Ima estuvo ahí para mantenerme en carrera, salvar los muebles y permitirme terminar muy dignamente en 2h38.13. Marca personal, que no es tontería.

Ima González Gete tirando de Marco

Para mí ha sido un maratón especial, y no precisamente por la marca, sino por la preparación, guiada por el míster Florian. Un placer y un privilegio para mí. Me habría gustado dedicarle una marca mejor, y arañarle a mi tiempo algo más que esos 17 segundos, pero el gran trabajo que ha hecho conmigo ahí queda y saldrá en mayor medida. ¡Muchas gracias! Todo es más fácil dentro de esta gran familia que desde el pasado verano me ha acogido como a uno más, pese a ser un paquete en toda regla. Han sido meses de lujos asiáticos para mí. Con un veterano cuya ilusión ya quisieran los quinceañeros de hoy en día, como Xabi Eskudero, hipotecando media Clásica de los 15 Kilómetros para echar una mano a un nuevo compañero en apuros. Con el gran Mikel Albeniz, plantándose en Anoeta un domingo a las ocho de la mañana para tirar de mí durante 21 kilómetros, solo doce horas después de pegarse una buena paliza en la Asier Cuevas de Eibar. Con el propio Imanol llevándonos aquel día como un reloj suizo. Con un pedazo de atleta y mejor persona como Sergio Román ayudándome en el último entreno de 22 kms a solo una semana del día D, o recorriéndose media ciudad para darme botellines en carrera. Con los consejos de un maratoniano de pura cepa como Edu Gallego. O con JuanLu Gómez, 'el potro de Candelario', ejerciendo de confesor espiritual durante las 14 semanas de preparación, mientras empujábamos al unísono los columpios de los críos. De guinda vinieron el domingo los 25 kms del señor González Gete. Palabras mayores. Prometo seguir dejándomelo todo para ver si se me pega algo de esta gente.

Ibai Alba tirando de Beñat Arnaiz

¿Y de lo demás y los demás qué? Empiezo por lo positivo, de lo que me quedo con muchas cosas. Me quedo con la generosidad y el compañerismo de los muy buenos maratonianos y/o atletas que tenemos por Gipuzkoa. ¿Quién dijo que este no es un deporte de equipo? Ibai Alba tirando de Beñat Arnaiz. Nuestro Imanol, Mikel Rodríguez o Jose Gómez de Arriba en el grupo de las 2h35. Álvaro Calderón unos minutitos por detrás, sólo siete días después de liarla a orillas del Turia. Y seguro que me dejo a muchos más corredores de labor tan importante como desinteresada.

Me quedo también con los títulos guipuzcoanos de Jon Iturralde y Nere Arregi. No tengo el placer de conocer a ninguno de los dos, pero me consta que ambos se plantaron en la salida con ciertas dudas. La gente no es consciente de lo que sufre un maratoniano cuando, en las semanas previas a la carrera, ve que hay cosas que empiezan a fallar. Comeduras de coco, preguntas sin respuesta, desconfianzas... Si después de vivir algo así terminaron contentos, es inevitable alegrarse por ellos, aunque no hayamos cruzado palabra en la vida.

Andoni Sudupe (4844)

Me quedo también, y aquí reconozco que no soy objetivo porque se trata de un amigo, con las 2h35 de Andoni Sudupe. Le conocí en 2010, cuando ya hizo 2h39. No sé cuántos maratones ha corrido desde entonces, pero deduzco que si se va por encima de 2h40 le embargan la casa y le echan del curro. Si no, no me explico semejante regularidad, porque es que además el tío ha corrido sus riesgos en carrera, metiéndose en grupos a los que a priori no parecía llamado. Que es un martillo pilón, en ese meritorio espectro de marcas que van desde las 2h35 hasta las 2h40, lo puede comprobar cualquiera buceando por Internet. Pocos sabrán, sin embargo, cómo prepara los maratones este señor, entrenando más bien poquito si comparamos con quiénes se mueven a su alrededor. ¡Menuda calidad!

Y de lo positivo me quedo también con circunstancias personales como el hecho de tener un maratoniano más en la familia, tras el exitoso debut de mi hermano, o con haber podido felicitar en persona a Álvaro Calderón en el Miniestadio tras su carrerón de Valencia. ¿He dicho Valencia?

Amsterdam 2013: 2:38:30

Sí. Eso he dicho. Y Valencia me sirve para introducirme en lo negativo del Maratón de Donosti, los cambios en el recorrido. Venir a correr a la capital guipuzcoana ha sido sinónimo estás últimas décadas de buscar marca, de querer correr. Pero mucho me temo que esa opción, esa etiqueta, se la van a apropiar en exclusiva por tierras levantinas. Aquí, mientras, parece que nos vamos a quedar con el cartel de maratón turístico que permite ver La Concha en carrera y comer pintxos después de competir. Y me da mucha pena.

Conozco la intrahistoria y, aunque sea impopular a ojos y oídos de mucho runner cabreado, tengo que exculpar a la organización. Empecemos por decir que lo ideal sería recuperar el circuito de antaño, el de la vuelta pequeña y las dos grandes. Lo que pasa es que aquel recorrido se ha demostrado incompatible con la disputa de la Media Maratón paralela. Es esta una prueba que permite a los organizadores no ya ganar pasta y hacerse ricos, sino directamente no perder dinero. No son una ONG, y montar una carrera de 21 kilómetros es una simple cuestión de supervivencia. 

Así que, en éstas, resulta obligatorio un trazado de dos vueltas exactas. El del río gustaba, pero... Por causas completamente ajenas a los promotores de la prueba, ha habido que cambiarlo. Seguro que estrujándose el cerebro, podían haber dado con alguna alternativa mejor, evitando tanto giro de 180 grados y tanto tobogán. Pero fácil no se lo han puesto... Quizás un servidor hubiera podido hacer 2h37 en el anterior circuito. Pero eso no le importa a nadie. Por contra, sí es de dominio público en el mundillo atlético que Pedro Nimo tendría hoy muy probablemente la mínima para el Europeo en el bolsillo si llega a correr el domingo en el circuito de las tres ediciones anteriores. Y eso hace pupa. Lo dicho: a ver La Concha y a comer pintxos. Ese camino llevamos... A nivel numérico, el crecimiento resulta patente. Pero la calidad atlética es otra cosa bien distinta. La estamos perdiendo.

Eskerrik asko! Marco. Comparto tu reflexión sobre el Maratón de Donostia. Lo que no comparto es que seas un paquete. Eres un maratoniano de raza.