Cómo pudo sucederme a mí
Quién me ha robado el mes de abril
Lo guardaba en el cajón
Donde guardo el corazón
Hoy, 30 de abril, estamos a punto de cumplir la séptima semana de confinamiento. Casi 50 días encerrados en casa, mi mujer y yo, sin apenas salir, sin ver a nuestros hijos, sin darles los besos y los abrazos que no sé si ellos reclaman, pero sí sé que nosotros necesitamos.
Casi 50 días en los que he sido muy crítico con el estado de alarma decretado por el Gobierno de España; y no tanto con el QUÉ como con el CÓMO. A mi modo de ver -y no me extenderé en argumentos ya sobradamente expuestos- se ha hecho un uso desmedido y abusivo, provocando el miedo de los ciudadanos y tratándonos como menores de edad, en vez de apelar a nuestra responsabilidad y nuestro civismo, valores de los que la inmensa mayoría de nosotros hemos dado buena prueba.
Casi 50 días, no, muchos más, si llevo bien la cuenta, serían 107 días desde que se constituyó el Gobierno de la XIV Legislatura, con una oposición feroz, implacable, montaraz, despiadada, impúdica, irrespetuosa, incapaz de hacer una sola propuesta, más allá de proclamar, como ha vuelto a pedir hoy en el Congreso, la declaración del luto nacional. Una oposición necrófila, que utiliza a los muertos por el Covid19, como sigue utilizando a los muertos por ETA o por el 11M. Una oposición que se dice patriótica mientras prioriza el objetivo de derribar a un Gobierno al que debía intentar ayudar o, al menos, no poner zancadillas. Una oposición que acusa de mentir al Gobierno, mientras ellos y sus medios llevan años mintiendo descarada y sistemáticamente. Una oposición que utiliza un poder judicial, que presume dócil a sus tesis -y los hechos lo demuestran- para resolver cuestiones políticas... y cuyo órgano máximo, el Consejo General del Poder Judicial, lleva en funciones desde finales de 2018 y que, dado el tiempo transcurrido, a falta de acuerdo de los partidos políticos, debiera tener la decencia de dimitir.
Estamos en manos de unos dirigentes que no saben (¿hay alguien que sepa?), una oposición que no quiere sumar y prefiere restar y dividir y unos gobiernos autónómicos, más próximos a los ciudadanos, que no pueden ayudar porque no les dejan. Estamos perdiendo una gran oportunidad de consolidar el Estado de las Autonomías.
Estamos en manos de unos dirigentes que no saben (¿hay alguien que sepa?), una oposición que no quiere sumar y prefiere restar y dividir y unos gobiernos autónómicos, más próximos a los ciudadanos, que no pueden ayudar porque no les dejan. Estamos perdiendo una gran oportunidad de consolidar el Estado de las Autonomías.
Vienen tiempos difíciles. Como he leído esta mañana a un buen amigo, el debate no es salud versus economía. El verdadero debate es salud a corto plazo (confinamiento para evitar muertes) frente a salud a largo plazo (empobrecimiento de los de siempre, peores condiciones de vida...) ¿Quién y cómo va a pagar los ERTES, el paro, las pensiones... y la Sanidad, si no hay actividad económica, si no hay recaudación de impuestos y si, por consiguiente, hay que aplicar nuevos y más duros recortes?
Mientras no haya una vacuna -y esa vacuna puede tardar- tendremos rebrotes de la pandemia. Mientras no modifiquemos drásticamente nuestra 'normalidad', estamos expuestos a nuevos virus y a nuevas pandemias. Mientras no nos tomemos en serio el medio ambiente, vamos a sufrir como sociedad y vamos a correr un serio riesgo de involución con la eclosión de los populismos, que son la antesala de los salvapatrias y los totalitarismos.
Como he escuchado decir esta mañana a Iñaki Gabilondo: 'Si los ciudadanos nos comportamos como nuestros representantes políticos, estamos perdidos.'
Como he escuchado decir esta mañana a Iñaki Gabilondo: 'Si los ciudadanos nos comportamos como nuestros representantes políticos, estamos perdidos.'
En este escenario ¿qué importa que me hayan, que nos hayan robado este precioso mes de abril del que sólo hemos podido disfrutar desde nuestros balcones?