Las expectativas de la organización, condicionadas por las restricciones impuestas por el Gobierno Vasco por aquello del Covid19 (o el covimocho, que diría Angel Martín), fijaban un máximo de 400 atletas en la 41 edición de la Idiazabalgo Herri Krosa, probablemente la carrera con más ambiente y más implicación del pueblo de las que conozco. Si le añadimos una organización impecable, que mima al corredor popular y se ocupa hasta de que aparque bien el coche, nos encontramos con que tuvieron que superar ese límite autoimpuesto.
Se clasificaron 410 atletas, cifra que queda lejos de las de las ediciones precedentes, pero que apunta en positivo. Hay muchas carreras que ya llevan dos años sin celebrarse y con un futuro incierto. Las que tienen el coraje de volver, se están encontrando con dificultades para hacerlas sostenibles y parece cada día más evidente que sólo las mejores saldrán adelante.
Entre ellas, sin duda, la de Idiazabal, que convocó a atletas de todas las procedencias de Euskadi y Navarra. Buena prueba de ello son los ganadores, el vitoriano Urko Herrán y la navarra María Ordóñez.
Veamos primero la evolución de los corredores clasificados desde 2014:
Este año, se ha producido un relevo en la organización. Desde mis tiempos de árbitro de fútbol, conozco a Juanjo Aseginolaza, en sus años mozos jugador ejemplar y capitán de Ilintxa de Legazpia, que era mi contacto con la carrera y quien me ha dado el contacto de uno de los nuevos, Ander Gorrotxategi. Ha sido un cambio bien hecho, como los que se hacían antes, dejando trabajar a los nuevos, a la vez que apoyándoles en todo lo necesario.
Volveremos al final a esta cuestión, tras hablar de la carrera, que fue de gran nivel, con records tanto en hombres como en mujeres.
La navarra María Ordóñez, una atleta de 29 años, 27ª clasificada este año en el Cross de Elgoibar, y especialista en carreras de montaña, mejoró el record de Maite Arraiza (37:38 de 2020), dejándolo en 37:23, en los 10,245 kilómetros que resultan de dar tres vueltas a un circuito urbano rápido y atractivo, no exento de dificultades. La propia Maite Arraiza fue segunda (37:51); y tercera la vitoriana Diana Vecillas (38:31), que venía de ganar el pasado domingo en Llodio.
La veterana Izaro Rubio, que sabe bien lo que es ganar en Idiazabal, fue cuarta; y quinta la también gasteiztarra Andrea Garay. Las cinco bajaron de 40 minutos.
Se clasificaron 94 mujeres y las que siguen fueron las 40 primeras. Reconoceréis entre ellas a muchas destacadas atletas.
Como avanzaba arriba, la victoria en la carrera masculina fue para el triatleta Urko Herrán (26 años), un tipo con una planta impresionante, que acredita marcas como 55.08 en 400 metros, 4:02.87 en 1.500, 14:58.16 en 5.000 metros o 29:31 en los 10 K de Laredo.
En la primera de las tres vueltas, que pasaron en 10':11", iba emparejado con Unai Arroyo. Por la segunda vuelta marcaba 20:14, aventajaba al tolosarra en 9". La tercera vuelta la dio en 10:09 y con los metros de propina hasta la pancarta de meta paró el crono en 30:53, nuevo record de la prueba, que mejora los 31:12 de Chakib Lachgar.
La foto de arriba está tomada al comienzo de la segunda vuelta, cuando Urko empezaba a abrir hueco con Unai.
También el segundo, Unai Arroyo, mejoró esa marca, llegando en 31:12.
Tercero llegaba David Rua (Elorrio), en dura pugna con Angel Vázquez y Unai Ibarra.
La que sigue es la clasificación de los 150 primeros clasificados, entre los que reconoceréis a muchos de los mejores atletas de fondo y corredores populares de Euskadi.
Y terminamos con el homenaje que el nuevo equipo hizo al que ha gestionado la carrera las 40 ediciones precedentes:
Después de la entrega de premios, los nuevos quisimos tener un detalle con los que iban a dejar. Teníamos preparado un pequeño homenaje. Les dijimos que queríamos sacarnos una foto con ellos con la lona de la prueba de fondo. Allí, cada uno de nosotros les pusimos una Txapela serigrafiada con el logo y el nombre de la prueba y un eskerrikasko. Subieron los txistularis y cuatro jóvenes dantzaris para dedicarles un aurresku. Al terminar el baile, le dedicamos un bertso.
Desde que empezamos a reunirnos en noviembre, nos han ayudado muchísimo, nos han enseñado todo el trabajo que han hecho durante los 40 años con todos los detalles. Hemos sentido que nos han llevado en brazos, ha sido un placer trabajar con ellos y lo mínimo que podíamos hacerles era este pequeño homenaje.