Llevo muchos años siguiendo como espectador el atletismo de máximo nivel y muy especialmente las pruebas de medio fondo, 800 y 1.500 metros, que son mi debilidad.
Suele suceder, con excepciones, que quienes dan buenas sensaciones en series y semifinales las confirman en la final, aunque no contaran entre los favoritos a priori. Ha sido el caso de Mariano García. El miércoles, corrió la tercera serie clasificatoria, en la que fue tercero, controlando la carrera en la recta final. Se clasificaban tres y no hizo un esfuerzo de más.
El viernes corrió la segunda semifinal. Salió atrás, desentendiéndose de las pelas por coger calle. Al paso por los 300 metros aceleró y se puso en cabeza, pasando los 400 metros en 53.46, y aguantando esa posición hasta la meta (1:46.52). Segundo fue el gran favorito, el británico Jake Wightman (1:46.61), campeón mundial de 1.500 metros en Oregon 2022, batiendo a Jakob Ingebrigtsen. Mariano volvió a dar sensación de control total.
Esta tarde, en la final, ha repetido la táctica. Ha esperado atrás durante 300 metros, se ha puesto en cabeza a los 400 (52.07), remontando a todo el pelotón, y ha defendido su posición con solvencia, aguantando el ataque final de Wightman. Ha ganado con 1:44.85, marca personal, por 1:44.91 del británico. Enorme, Mariano.
Tercero ha sido el irlandés Mark English, un veterano que ha maniobrado muy bien al final.
Así ha quedado la final.
La final femenina, celebrada ayer, tuvo poco historia y ganó la gran favorita, Keely Hodgkinson, subcampeona mundial, que también se había mostrado muy solvente en series y semifinales.
Segunda fue la francesa Rénele Lamote y tercera la polaca Anna Wielgosz.
Así quedó la final:
Lucia Pinacchio se quedó en semifinales con 2:06.82, después de clasificarse en series con 2:01.63, marca personal. Marina Martínez no pasó las series, donde corrió en 2:03.45.
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