Entre los corredores y los espectadores fue un comentario unánime, durante y después de la Carrera de Primavera del domingo, la altísima humedad y su influencia en el rendimiento y los resultados de las y los atletas.
Al paso por el kilómetro 7, donde estaba yo ejerciendo de voluntario, en el cruce de la calle Miramar con Urbieta y la Avenida de la Libertad, los rostros y los cuerpos de la mayoría de las y los atletas, empapados de sudor, daban una pista de su padecimiento.
Revisando la clasificación, me encuentro con que el ganador, Joseba Diaz, que -no lo olvidemos- hizo marca personal (30:28) empleó en la primera mitad 14':58" y en la segunda 15':30", lo que da una diferencia de 32", que supone una penalización del 3,56% en esa segunda mitad o, lo que es lo mismo, más de 6"/km. Mucho para un atleta de ese nivel.
He hecho el mismo ejercicio con los 50 primeros, con el siguiente balance: 41 perdieron tiempo en la segunda mitad y solo 9 mejoraron. La mejora más significativa fue la del mediofondista Andoni Irazusta (38"). Y la mayor caída la de Bruno Nogueira (1:02).
Si vamos a los promedios, el de esos 50 primeros fue de 34':37", con una primera mitad en 17:10 y la segunda en 17:28. Una pérdida media de 18", que representa una penalización media del 1,76%.
El dato es doblemente significativo porque, teniendo en cuenta el perfil de la carrera, la única cuesta significativa es la que, a la ida, entre el km. 1 y el km. 2, sube de la playa de Ondarreta al túnel del Antiguo. A la vuelta, sobre el km. 8,5, esa cuesta de apenas cien metros, es favorable.
Creo que los atletas salieron con una marca en la cabeza, por ejemplo, Joseba Diaz pudo salir con el objetivo de bajar de 30:00. En la segunda mitad, a causa de la humedad, pagaron ese esfuerzo.
Los que hicieron bien su trabajo fueron las liebres, Jesús Eguimendia (65'), Nerea Garcia (60'), Idoia Gainberri (55'), Ainhoa Gibaja (50'), Fidel Pérez (45') y Alberto Manzanares (40').
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