Lo cortés no quita lo valiente. O viceversa. El pasado martes, al contar la final de los 1.500 metros del Campeonato del Mundo de Atletismo de Budapest 2023, manifestaba, a la vez, mi admiración y mi antipatía por Jakob Ingebritsen.
Fue una carrera muy táctica, en la que los atletas africanos no se animaron a imponer un ritmo capaz de descolgar a sus rivales.
A falta de 300 metros, Mohamed Katir se fue decidido a ganar, sorprendiendo a Ingebritsen, que marchaba quinto. Les separaban 39 centésimas. A falta de 200 metros, el noruego ya era segundo y seguía a 39 centésimas de Katir. A falta de 100 metros, la ventaja se había reducido a 27 centésimas, un par de metros. ¿Serían suficiente?
Jakob Ingebritsen miró hacia atrás, el tercero venía a 64 centésimas y alguien pensó que se conformaba con la plata. Yo no. Sabía que pelearía hasta el final. Y ganó.
Sin desmerecer la gran carrera de Mohamed Katir, tácticamente impecable, sorprendiendo al noruego, en el cuadro que sigue analizamos la última vuelta de los dos atletas:
Jakob Krop, segundo en Eugene 2022, en una carrera muy similar, fue esta vez tercero y el guatemalteco Luis Grijalva, otra vez, acabó cuarto, por delante de los etíopes, que decepcionaron.
Ouassim Oumaiz fue 16º y abajo vemos los 8 primeros,
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