Cada vez que sucede una desgracia en la que no estoy directamente involucrado –y el accidente del avión que hacía la ruta Barcelona-Düsseldorf del pasado
mar-tes es un buen ejemplo- me encuentro con que mi posi-ción está muy alejada de la preocupación que ese suceso despierta en la mayoría de las personas, empezando por los medios de comunicación. Intentaré explicarme.
Quizá entonces no os parezca tan raro mi escaso interés por ese desgraciado accidente.
Los equipos de rescate, la policía, los técnicos de la compañía aérea, los psicólogos de la Cruz Roja … sí que tienen dentro de su círculo de influencia rescatar a las víctimas, analizar las causas de
la catástrofe, ayudar en el duelo, etc. Incluso los periodistas, cuya labor se sitúa entre la investigación seria y el morbo más descarnado.
Pero yo como ciudadano poco puedo hacer aparte de rezar por esa pobre gente, sus familiares, amigos y personas más próximas.
Hace cosa de 20 años, cayó en mis manos un libro titulado
Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, de Stephen Covey, una lectura que para mí fue y sigue siendo de gran provecho. Cito textualmente:
‘Cada uno de nosotros tiene una amplia gama de preocupaciones: la salud, los hijos, los problemas de trabajo, la deuda pública, la guerra nuclear… Podemos
separarlas de las cosas con las que no tenemos ningún compromiso mental o emocional, creando un
círculo de preocupación.
Cuando revisamos las cosas que están dentro de nuestro círculo de preocupación, resulta evidente que sobre algunas de ellas no tenemos ningún control real
y con respecto a otras podemos hacer algo. Podemos iden-tificar las preocupaciones de este último grupo circuns-cribiéndolas dentro de un
círculo de influencia más pequeño.
Determinado cuál de estos dos círculos es el centro alrededor del cual gira la mayor parte de nuestro tiempo y energía, podemos descubrir mucho sobre el
grado de nuestra proactividad.
Las personas proactivas centran sus esfuerzos en el círculo de influencia. Se dedican a las cosas con respecto a las cuales pueden hacer algo. Su energía
es positiva: se amplía y se aumenta, lo cual conduce a la ampliación del círculo de influencia.
Por otra parte, las personas reactivas centran sus esfuerzos en el círculo de preocupación. Su foco se sitúa en los defectos de otras personas, en los
problemas del medio y en circunstancias sobre las que no tienen ningún control. De ello resultan sentimientos de culpa y acusaciones, un lenguaje reactivo y sentimientos intensificados de aguda impotencia. La energía negativa generada por ese foco, combinada
con la desatención de las áreas en las que se puede hacer algo, determina que su círculo de influencia se encoja.’
¿Entendéis ahora por qué en el encabezamiento del blog digo eso de
Soy positivo + cuenta conmigo? ¿Y por qué, más a la derecha, formulo mi
misión personal diciendo lo que digo?
Pero yo como ciudadano poco puedo hacer aparte de rezar por esa pobre gente, sus familiares, amigos y personas más próximas.
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