Creo que fue
Platón quien dijo: ’Los sabios hablan porque tienen algo que decir y los
tontos porque tienen que decir algo’. Oyendo lo que se oye y leyendo lo que se lee
por ahí, tengo la impresión de que o no hemos leído nada de Platón y/o no
llegamos a darnos cuenta de las tonterías que decimos por no estar callados… y
escuchar.
Sometido –como
la mayoría- a un flujo de información imposible de digerir, yo suelo
aplicar el conocido como el triple filtro de Sócrates, un check list
al que recurrir, especialmente cuando me refiero a otros:
- ¿Estás completamente seguro de que lo que vas decir es verdad?. De ahí mi obsesión que ya conocéis por los hechos y datos.
- ¿Es bueno lo que vas a decir? Por eso veis que debajo de mi nombre dice aquello de ‘soy positivo’.
- ¿Es útil para los demás lo que vas a decir? Por las visitas que recibe este blog, quiero pensar que es útil para las personas que lo siguen y que me honran con su atención y sus comentarios.
La primera
condición, la verdad, es excluyente: si no es
verdad, no lo digas. La segunda está condicionada y para que no se aplique, se
tiene que cumplir la tercera, es decir, puedo decir algo que no sea bueno, pero que sea útil.
Os pongo un ejemplo sencillo. En el post de ayer, me equivoqué y puse
mal el tiempo real de Inma Cruz en la Media Maratón de Barcelona. Su
hermana Ana me puso un mensaje corrigiéndome. No era bueno, pero
era útil e inmediatamente después de leer el mensaje -tras comprobar que era
cierto lo que decía Ana- lo corregí.
En el entorno
familiar, laboral y social hay veces en las que nos enfrentamos ante el reto de
decirle a nuestro interlocutor algo que no es bueno, pero que es verdadero y puede resultarle
útil. Conmigo, no os cortéis.
Eskerrik asko!
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