La imperial Mariya Lasitskene,
oro en salto de altura con 2.00, acabó el concurso con un cabreo monumental,
tras fallar sus tres intentos sobre 2.04, en los que le acompañó la búlgara Mirela Demireva, quien, tras dejar
pasar 1.96 y 1.98, saltó a la tercera 2.00, marca personal, que le dio la
medalla de plata. Eso es competir al 100%. En Eurosport se ensañaron con el
comportamiento de la que conocimos en sus años mozos como Mariya Kuchina, del que,
haciendo otra lectura, podemos deducir lo tremendamente competitiva e
inconformista que es esta atleta superlativa a la que, a sus 25 años, solo le
falta el título olímpico, del que le privó la sanción a la Federación Rusa en
los JJ OO de Río de Janeiro.
En las semifinales de 800 metros confirmé la mala impresión que me dejó en
series Saúl Ordoñez, que salía con la mejor marca europea del año. En una
carrera a 1.46 y con rivales asequibles, se bloqueó en la última recta y acabó
cuarto, fuera de la final. En la segunda semifinal, mucho más dura, Álvaro de Arriba también fue cuarto,
pero se metió por tiempos. No le concedo ninguna posibilidad en la final con
los tres atletas polacos, el francés Bosse,
el danés Bube o el joven sueco Kramer.
En el triple salto llegó la tercera medalla para el atletismo español y se
la colgó Ana Peleteiro, con un salto de 14.44, a un centímetro de la plata, que
fue para la alemana Kristin Gierisch,
que hizo marca personal. La atleta gallega era la segunda del ranking y ganó la
primera, la griega Parakeví Papahrístou,
con salto de 14.60 en su segundo intento. Los griegos ya tienen tres medallas
de oro.
La belga Thiam Nafissatou, a sus
23 años, ya tiene la triple corona: olímpica (2016), mundial (2017) y europea
(2018), tras ganar el heptathlon con 6816 puntos, por delante de la británica Katarina Johnson-Thompson. La espigada
atleta belga (186 cm), cuando ganó el oro de Río de Janeiro, saltó 1.98 en
altura, mientras que la campeona olímpica, Ruth
Beitia, lo consiguió con 1.97.
Gracias a la victoria de Kristin
Hussong en el lanzamiento de jabalina (67.90), Alemania encabeza el
medallero con tres oros, igual que Gran Bretaña, Polonia, Francia y Grecia,
pero con más platas (6) y bronces (4).
Los 400 metros vallas femeninos han conocido épocas mejores. La suiza Lea Sprunger, una atleta de 28 años, se
hizo con el oro, tras correr en 54.33.
En la final de los 400 metros, me quedé con las ganas. En su cuarta carrera
en cuatro días, Karsten Warholm, oro
en los 400 vallas la víspera, salió a por todas, como acostumbra, y petó en la
segunda mitad, acabando octavo y último con 46.68, con el ácido láctico
saliéndole por la orejas. Ganó sin discusión el favorito y líder del año, Matthew Hudson-Smith (44.78),
escoltados por los incombustibles hermanos Borleé.
Óscar Husillos, segundo del ranking por ausencia de Bruno Hortelano, se dio un baño de realidad y acabó sexto en 45.61.
Las chicas del 800 no pudieron bajar de los dos minutos, en una carrera en
la que la ucraniana Nataliya Prychchepa repitió
el oro de Amsterdam 2016.
La cuarta medalla para España, otra vez de bronce, fue para el vallista Orlando Ortega, segundo del ranking,
tras Sergey Shubenkov. Los dos fueron
superados por el francés Pascal
Martinot-Lagarde, que por solo dos milésimas batió al ruso y se hizo con su
primer gran título.
Y la traca final llegó en los 1.500, con la victoria del pequeño de los
tres hermanos Ingebrigtsen presentes
en la carrera, Jakob, que cumplirá
18 años el 19 de septiembre. El polaco Lewandowski,
con una recta final fantástica, a punto estuvo de arrebatarle el oro, del que
se quedó a cuatro centésimas. Preciosa carrera.
En el medallero, España baja al 15º puesto.
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