No. No es la 'rubia platino' de la canción de Joaquín Sabina.
Es la cantante del grupo Radspitz, que amenizó la fiesta posterior a la entrega de trofeos del Sparkassen Marathon 2012, celebrada en la Messe (Feria de Muestras) de Freiburg.
Descalza, embutida en unos jeans rojos y una camiseta negra de titantes, con el pelo recogido en la nuca y una sonrisa peremne, su lozanía contrastaba con las tripas cerveceras, las calvas y las canas de sus acompañantes. pertenecientes todos ellos a la casta de los viejos rockeros.
La foto corresponde a un momento de esa fiesta, que comenzó sobre las 20:00 horas y terminó cuatro horas más tarde, congregando a cinco mil personas, de las que la mayoría, por la mañana, habíamos corrido una de las tres carreras programadas: 10 kms., medio maratón y maratón, con un 37% de participación femenina.
Alguno o alguna dirá que más que una cantante parecía una monitora de aerobic. Como nunca he ido a una clase de aerobic, no sé si tienen razón.
Sea lo que fuere, yo, que apenas he ido a media docena de 'conciertos' en toda mi vida, me lo pasé genial, disfrutando de la música en vivo y de las ganas de divertirse de personas de todas las edades y las más variadas procedencias, unidas por nuestro trabajo en una Caja de Ahorros y nuestra pasión por correr.
Cada vez que voy a Alemania, al Sparkassen Marathon, disfruto de la competición, la perfecta organización de la carrera y la fiesta posterior, en la que circunspectos trabajadores de Cajas de Ahorros de toda Europa cenamos, bebemos cerveza y nos desmadramos un poco, sintiéndonos afortunados de trabajar en unas organizaciones distintas.
Ahora que las Cajas de Ahorros están desapareciendo, el gran reto que tenemos los profesionales que las hemos hecho triunfar es conseguir que, aunque ahora trabajemos en un banco, sigamos siendo distintos de los demás.
Y frente a la música enlatada o digital, frente a la frialdad de los intereses, las comisiones, el Euribor o la prima de riesgo, sigamos disfrutando de la música en vivo que surge cada vez que sintonizamos con un cliente, le pillamos la melodía y le ponemos la letra, o viceversa.
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