Pocas actividades conozco que generen más compromiso que preparar un maratón. Y que provoquen sensaciones tan encontradas: satisfacción y sufrimiento, calma y tensión, soledad y compañerismo... y muchas más que podríamos encontrar a nada que busquemos en nuestro subconsciente.
Hace un año, Unai Azpiazu, alias Cajapino, se propuso correr el maratón de Donostia, el pasado 26 de noviembre, mejorando su marca. Para ello, siguió un sistemático programa, desde la primera semana de enero. Empezó con 73 Kg y se presentó en la salida con menos de 62. Hay mucho más: madrugones, chaparrones, parones por lesión... en once meses con un objetivo en mente: el maratón donostiarra.
Una semana antes, el 19 de noviembre, fui testigo de un entrenamiento que daba fe de que Unai llegaba en forma: 3 x 5.000 metros a 3:42 de media, después de un rodaje alegre del 22,5 km la víspera.
Quienes hayáis preparado un maratón, sabéis lo difícil que es que se dé la alineación de los astros que favorezca nuestro objetivo: que no haga ni frío, ni viento, ni calor, que no llueva, que hayamos descansando bien, que llevemos el ritmo adecuado, que cojamos un buen grupo, que las liebres hagan bien su trabajo, que nos avituallemos correctamente, que no aparezca el temido muro...
El 26 de noviembre, a Unai le falló el estómago, que le obligó a hacer varias 'paradas técnicas', alejándole del objetivo. Pasado el km 30, tomó una decisión: parar y aplazarlo tres meses, hasta el maratón de Sevilla, el próximo 25 de febrero.
Resulta que para salir en cabeza la organización exige una marca mínima y reciente en un circuito homologado. Como Unai no la tenía, el pasado domingo se fue hasta Getafe para correr su Medio Maratón -que tiene un recorrido homologado- con el objetivo de bajar de 1:22:00, que es la marca exigida en Sevilla para entrar en el grupo de los elegidos. Podía parecer fácil, teniendo en cuenta que, sin despeinarse, tres meses antes había terminado la B/SS en 1:14:46.
No fue así, Llegó muy justo al final y tuvo que echar mano de toda su casta para parar el crono en 1:21:56. Objetivo cumplido.
Hay otros objetivos menos exigentes, que no menos meritorios, como los que el pasado fin de semana se impusieron algunos otros atletas.
Por ejemplo, Romain Purro se fue hasta Madeira para correr el montañoso Funchal Marathon, que acabó 16º en 3:10:19, sumando su 79º maratón. Viendo cómo clava los tiempos ¿alguien duda de que este hombre es suizo?
Hasta allí voló también la navarra Alejandra Arribas, que ganó el Medio Maratón.
O el caso de Ibai Alba, que haciendo de la necesidad virtud, corrió las 10 Millas Peralta-Falces, siendo tercero (56:00), en una carrera con 318 clasificados ganada -¡cómo no!- por Javier Nagore (51:41), un atleta de otro nivel.
Esteramos atentos a Sevilla.
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