Un año más, he corrido la Carrera de Empresas de Donostia, un formato de éxito, apoyado en el compromiso, el trabajo en equipo, la generosidad de los más fuertes, el sacrificio de los más débiles y sentir la camiseta que luces.
Un año más, me ha tocado ser el eslabón más débil de la cadena, con tres compañeros capaces de correr en el entorno de 4:00/km e incluso menos. Sin estar totalmente recuperado de una lesión, a mis 62 años y medio y con toda la tralla que llevo, me conformaba con ser capaz de correr por debajo de 5:00/km y lo he conseguido con creces, gracias a la generosidad y el soporte constante de Mari Seijas, Iñaki Zubimendi y, sobre todo, de Xabier Zumarraga, que no me ha dejado ni un momento, como se ve en la foto que nos ha sacado Jesús Eguimendía.
En la salida nos hemos despistado. Mari y yo nos hemos colocado muy adelante, mientras que Iñaki y Xabier se han quedado atrás, tan atrás que han tardado tres kilómetros en pillarnos. Calculo que han salido un minuto largo después. En cuanto nos han cogido, Iñaki y Mari han empezado a tirar, unos metros por delante, mientras Xabier permanecía a mi lado. El palo y la zanahoria. Así me han llevado hasta la meta, obligándome a darlo todo.
Mientras escribo este post, estoy hecho polvo y me duelen las piernas como si hubiera corrido un maratón. Sin embargo, estoy muy contento, encantado. Y agradecido a la generosidad de Mari, Iñaki y Xabier, que merecían un compañero mejor, con el que estoy seguro que hubieran subido al podium en la categoría mixta.
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