Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Siempre he recelado –y cada vez más- de quienes, en un entorno profesional, justifican sus decisiones apelando a los valores. ¿Qué valores? En un entorno profesional, las decisiones se deben tomar apoyadas en hechos y datos.
A mi modo de ver, la destitución de Lopetegi tras su fichaje por el Real Madrid es una pésima decisión del presidente de la Real Federación Española de Fútbol y un claro ejemplo de abuso de poder, que no de una pretendida autoridad. La autoridad es algo que nos dan los demás y, a la luz de los acontecimientos, es evidente que Rubiales carecía de esa autoridad ante Florentino y ante Lopetegi.
‘Nos hemos visto obligados…’ dice en su discurso –otra expresión de debilidad- cuando es evidente que Rubiales no tenía ninguna obligación de hacer lo que hizo, apelando a unos valores que nadie sabe cuáles son. He consultado la web de la RFEF y no he encontrado ninguna referencia a sus valores. Me hubiera sorprendido mucho dar con ella, hablando de un deporte, el fútbol, en el que el fair play es visto con desdén y en el que se toleran y hasta se estimulan comportamientos en las antípodas de cualquier valor positivo. Y si esos valores no están explicitados, difícilmente le pueden acusar a Lopetegi de deslealtad a los mismos.
Ha bastado con que los ¿periodistas? ¿deportivos? olieran la sangre para que Rubiales se haya apresurado a darles su ración. Dudo que pueda controlar esa jauría mediática, que se volverá insaciable. Si antes de conocerse la noticia del fichaje de Lopetegi por el Real Madrid, concedía muy pocas posibilidades a España de hacer un papel mínimamente decoroso -y tengo una porra del 15 de mayo que lo acredita- tras la esperpéntica destitución de Lopetegi y la designación, en diferido, de Hierro como nuevo seleccionador, creo que sería milagroso. Y entonces, esos mismos que aplauden su decisión, se le echarán a la yugular. Al tiempo. Sólo como muestra, un catalán que proclama ser independendista apelaba al ‘patriotismo’ para justificar la destitución.
Puede ser más o menos elegante y estoy seguro de que se podía haber hecho mejor. Lo que nadie puede negar es que es perfectamente lícito lo que han hecho Lopetegi y el Real Madrid. Por lo que cuentan, el contrato de Lopetegi con la RFEF tiene una cláusula indemnizatoria para el caso de que el entrenador quiera resolverlo: dos millones de euros.
Pues bien, incumpliendo ese contrato, Rubiales destituye a Lopetegi. Automáticamente, deja de cobrar dos millones de euros y se arriesga a tener que pagarle una indemnización por despido improcedente. Porque los jueces no entienden de valores; entienden de leyes y de contratos.
Entiendo la ‘tristeza’ de Lopetegi. Se le pasará y pasará a la historia de la RFEF como el único seleccionador que no perdió ni un solo partido.
Gana Lopetegi porque lo más probable es que su estancia en Rusia hubiera sido un infierno, aunque le acompañaran los resultados, algo que ya he dicho más arriba que dudo. Gana Lopetegi porque se libra de un jefe tóxico, que ya asoma la patita de lo que es capaz de hacer.
Y gana el Real Madrid, que cuenta desde ya, sin esperar un mes, con el entrenador que había elegido. Que haya acertado con esa elección sólo el tiempo lo dirá. De momento, gracias a la rabieta de Rubiales, se ha ahorrado dos millones de euros.
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