Hace poco que he descubierto el placer de viajar en tren. Ayer a la tarde viajé a Madrid y esta tarde he vuelto a casa. Once horas de tren, dedicadas fundamentalmente a leer, con el aderezo de alguna cabezadita, la atención del correo electrónico, varias consultas en internet, alguna llamada de teléfono y una sola visita a la cafetería.
El objeto de mi atención ha sido Los desorientados, la última novela de Amin Maalouf, de quien mi única referencia era León el Africano.
Y estoy verdaderamente entusiasmado con su lectura. En sus más de quinientas páginas, nos encontramos con frases como:
- 'Perdemos la memoria de las palabras, pero no la memoria de las emociones'.
- 'No estoy seguro de que haya que perdonar a los que se mueren'.
- 'Nacer es venir al mundo, y no en tal o cual país, ni en tal o cual casa'.
- 'Hay incontables cosas que nuestros descendientes verán y que nosotros todavía no vemos, porque nosotros también tenemos nuestros puntos ciegos'.
- 'Los principios son vínculos, amarras; cuando los soltamos, nos liberamos, pero nos pasa lo que a un globo grande lleno de helio, que sube, sube y sube, y parece que se eleva hacia el cielo, siendo así que se eleva hacia la nada'.
- 'No es posible ser a un tiempo rabiosamente nacionalista y resueltamente universalista'.
- 'En los principio de mi vida, soñaba con construir el mundo y, si echo cuentas, no he construido nada del otro mundo.
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