Durante los noventa
minutos largos que duró, disfruté de la intensidad del partido de semifinales
de la Copa del Mundo de Rusia jugado ayer entre Francia y Bélgica. El fútbol, cuando se juega así, puede ser algo muy serio. Lástima que los Diablos Rojos
no consiguieran el empate, que nos privó de media hora más de dos equipos que
jugaron con extraordinario rigor y disciplina, sin apenas fallos o despistes, y
con la única nota discordante del comportamiento de Mbapé, un talento natural que a sus 19 años apunta maneras que
debería corregir. En vez de mirarse en el espejo Neymar, su compañero en el PSG, o CR7, a quien puede suceder en el Real Madrid, podría tomar nota de Griezman, que volvió a dar una lección
de actitud y aptitud. Para mí, es reconfortante observar lo que ha crecido y ha
madurado como futbolista desde que salió de la Real Sociedad.
Hay un proverbio
chino que dice algo así: ‘Saber que se
sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe, he ahí el verdadero
saber’. Creo que la cita se puede aplicar a los dos seleccionadores: Didier Deschamps y Roberto Mártínez, y a la práctica totalidad de los 28 jugadores que
intervinieron en el juego. Si los analizamos uno por uno, podemos llegar a la
conclusión de que los porteros estuvieron sobresalientes, lo mismo que los
defensas de los dos equipos, los centrocampistas y los delanteros, que se
pusieron el buzo para defender con la misma intensidad que los defensas que se
ocupaban de ellos y para correr hacia las dos porterías.
He visto muchos
partidos de esta Copa del Mundo y estoy disfrutando de verdad. Detrás de casi
todas las selecciones se percibe un enorme trabajo físico y táctico que viene a
demostrar que el talento por sí mismo no es suficiente para ganar. Que se lo
pregunten a la Argentina de Messi o
al grupo, que no equipo, que vistió la camiseta de España.
Nos espera la segunda
semifinal, que enfrenta a Inglaterra, un equipo muy en la línea del de Francia,
quizá con menos talento, y a Croacia que, a mi modo de ver, se ha beneficiado
de unos cruces amigables, que ha resuelto a los penaltis, y que cuenta con Luka Modric, un extraordinario jugador de equipo,
que en todo momento hace lo que hay que hacer y lo que le toca; al que siempre me
gustaría ver en mi equipo y cuya salida del Real Madrid hubiera lamentado mucho
más que la de Cristiano Ronaldo.
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