Ha corrido dos maratones: Londres 2023 (2:18:33, en su debut) y Chicago, el domingo, en 2:13:44, la segunda mejor marca de todos los tiempos. Si en Londres ganó al sprint, el domingo aventajó en casi dos minutos a la segunda.
Es campeona olímpica de 5.000 y 10.000 metros y bronce en 1.500 en Tokyo 2021. Campeona mundial de 1.500 y 10.000 metros en Doha 2019. Subcampeona mundial de 5.000 metros y tercera en los 1.500 metros en Budapest 2023. Campeona mundial de 1.500 metros en pista cubierta en Oregon 2016, segunda en 3.000 y tercera en 5.000 metros en Birmingham 2018. Campeona de Europa de 5.000 metros en Berlin 2018 y de 1.500 en Zurich 2014, donde fue segunda en los 5.000 metros. Segunda en los 1.500 metros de Amsterdam 2016. Campeona de Europa de 1.500 metros en pista cubierta en Praga 2015. Ganadora de 18 pruebas de la Diamond League.
Un palmarés apabullante de una atleta que, como me pasa con Jakob Ingebrigtsen, aunque por diferentes razones, no me llega, no me resulta simpática. Y es que hay razones del corazón que la razón no entiende, como dijera Blaise Pascal.
Una atleta monumental, capaz de ganar el Maratón de Londres el 23 de abril, ser medalla de bronce en 1.500 metros en el Campeonato mundial de Budapest el día 22 de agosto y de ganar el Maratón de Chicago 47 días después.
En el cuadro de abajo, vemos sus parciales ayer.
La primera mitad en 1:05:48 y la segunda en 1:07:56. ¿Qué tiempo hubiera hecho de contar con rivales que la apretaran?
Y otra pregunta: ¿Qué objetivos se plantea para 2024, en el que le esperan los Juegos olímpicos de París?
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