Cada vez me gusta menos y encuentro menos motivos para hablar de mí. Hoy, hecho polvo después de correr la 58ª B/SS, que he acabado en 1:52:31, no tengo mucho que contar y me temo que lo que pudiera contar carece de interés.
Entonces ¿por qué me atrevo a importunaros con mis historias?
Aunque corrí una popular, allá por los primeros años 80, en verano, por un recorrido similar al de la Tres Playas, no guardo ningún recuerdo de aquella carrera, ni la fecha, ni el dorsal, ni el tiempo, ni la clasificación, ni nada de nada.
Así que, a efectos estadísticos y documentados, la primera carrera en la que me puse un dorsal fue la 22ª edición de la B/SS celebrada el 8 de noviembre de 1986. Llegué en 1:30:41, tras pasar un calvario por una lesión en la rodilla que me hice bajando el alto de Miracruz y que me tuvo casi seis meses parado.
Desde entonces, he corrido, con la de hoy, 32 B/SS, 33 si contamos la que hice el distópico año del Covid, la B/SS virtual de 2020, en la que di 40 vueltas a la hierba sintética del mini-estadio de Anoeta, anegada de agua, en compañía de Luis Pedro Bedoya, en 1:36:18.
No me ponía un dorsal desde hace un año, el 13-11-2022, con ocasión de la 57ª B/SS, que acabé en 1:54:04.
Cuando me apunté a la carrera, en mayo, mi objetivo era intentar bajar de 1:50. Mis entrenamientos apuntaban en esa dirección y solo me faltaba meter volumen, kilómetros, para garantizar un ritmo medio por debajo de 5:30/km.
Sin embargo, los dos últimos meses me ha faltado continuidad y he estado muy lejos del volumen necesario para afrontar una carrera de 20 kilómetros tan dura como la B/SS.
Un par de semanas antes, whatsappeando con Beronika Noya, me enteré de que salía a la misma hora que yo, a las 10:40, como liebre de 1:50. Tenía una motivación para intentarlo.
Hoy hemos coincidido en la salida. Yo iba con mi hijo, Iñigo -que ayer hizo un rodaje de 10 K en progresión por debajo de 35', empezando a 3:49 y acabando a 3:04- y su novia, Adriana (1:38 en la B/SS del año pasado), que tenían dorsales rápidos y que a ese ritmo ni sudan. La foto nos la ha sacado Jesús Eguimendía.
Nada más salir, he confirmado que no iba, he renunciado al 1:50 y me he concentrado en bajar de 2:00. Por los primeros parciales, no lo iba a tener fácil. Notaba las piernas como si fuera Mazinger Z, y pasaban los kilómetro sin que cambiaran esas sensaciones. A las preguntas que me hacía Iñigo, mi respuesta era: 'agarrotado'.
Lo más largo que he hecho en el último año han sido 12 kilómetros llanos y mi mente me martirizaba recordándome la tarea pendiente. Para no aumentar la angustia, no he mirado el reloj hasta el kilómetro 10: 57':35".
Con ese dato, una evidencia. Bajar de 1:50 era imposible. Y un pronóstico. Bajar de 2:00 estaba a mi alcance si era capaz de aguantar.
El paso por Rentería me ha puesto la piel de gallina y con esos ánimos he llegado hasta el alto de Capuchinos. Kilómetro 13. Quedan 7.
Por el kilómetro15 hemos pasado en 1:24:50. El objetivo de las dos horas parecía fácil.
He subido razonablemente bien el alto de Miracruz y de ahí a la meta he hecho mis mejores kilómetros, no solo por ir cuesta abajo, sino porque estaba convencido de que llegaba.
Iñigo me ha dicho: 'Aita, si aprietas, bajamos de 1:53'. Y he apretado hasta donde me daban las piernas, porque el corazón iba sobrado y la cabeza había despejado todas sus dudas.
En meta: 1:52:31, minuto y medio mejor que el año pasado. Y segundo parcial en 54:56. Si hubiera sido capaz de replicarlo en el primero...
Beronika, una garantía, ha llegado en 1:49:28. ¡Qué pena no haber sido capaz de acompañarla!
No sé si será mi última B/SS. De lo que estoy seguro es de que me gustaría despedirme en esta carrera.
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