Un sol de justicia acompañó a los 97 valientes que saliendo de Ondarreta llegaron a Mendizorrotz. Fue un día muy parecido al que recuerdo de mi única participación en esta carrera: un 23 de julio de 1991, en el que marqué un tiempo de 27':10", terminando en cuarta posición.
La misma que ocupó ayer mi hijo Iñigo (28':44"), precedido en la llegada por el alavés César Sánz (26':04"), que sorprendió en el último tramo al infatigable Ibai Alba (26':28"), que comandó toda la subida y que, tal vez, acusó el esfuerzo de la víspera en la Azeri Bila de Hernani. Tercero fue el igeldotarra Aitor Etxeberria.
Desde mi privilegiada posición, a unos 200 metros de la meta, fui viendo pasar a Jon Elosegui (6º en 29':26"), Alex García (9º en 30':07"), y la bravísima Amaia Zuloaga, primera mujer, que llegó muy entera, marcando 30':22".
El joven Manex Elortza, compañero de Iñigo, recién salido de una lesión, llegaba en el puesto 22º (33':09"); y un poco más atrás entraban ilustres veteranos como José Luis González (30º en 35':09"), Koldo Ganzarain (39º en 37':06") y Fran Rivero (49º en 38':48"), que no se pierden una.
Iñigo no llegó con tan buena cara como en el Kross Berdea. |
Resultó llamativo ver cómo -salvo un caso, creo- las posiciones a falta de 200 metros se mantenían en la línea de meta, por muy al alcance que estuviera el atleta de delante. Las últimas rampas son durísimas y todos llegaban muy castigados por el sol.
Lástima que ahora mismo esté 'averiado' porque hubiera disfrutado de la subida; ya que, como decía André Gide: 'El secreto de mi felicidad (y la de todos los atletas ¿verdad?) está en no esforzarse por el placer, sino en encontrar el placer en el esfuerzo.'
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