Antonio Muñoz Molina ha recibido esta mañana el Premio
Príncipe de Asturias de la Letras por 'una obra que asume admirablemente la condición
del intelectual comprometido con su tiempo'.
Sucede en este reconocimiento a tres escritores de los que en alguna
ocasión he hablado en este blog: Philip Roth (2012),
Leonard Cohen (2011) y Amin Maalouf (2010).
Los cuatro tienen en común la brillantez con que ha narrado fragmentos
relevantes de la historia de su país, episodios cruciales del mundo
contemporáneo y aspectos significativos de su experiencia personal.
Nacido en Úbeda en 1956 (es 60 días más joven que yo), lo primero que
recuerdo haber leído de AMM es 'El invierno en Lisboa' (1997), novela
ambientada, en parte, en San Sebastián -donde hizo la mili, creo- por la que
consiguió el Premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa. Lo siguiente fue
'Beltenebros' (1989), algo así como una novela negra con implicaciones
políticas. En 1991 ganó el Premio Planeta con 'El jinete polaco', una
gran novela que me costó arrancar a leer y que, al tiempo, he vuelto a releer y a
disfrutar.
En
1994 se casó con la también escritora Elvira Lindo -tienen 4 hijos- y en 1995, con 39 años, fue
elegido miembro -el más joven- de la Real Academia Española. De 1997 es 'Plenilunio',
una novela que me encantó, protagonizado por un policía obsesionado con la
investigación de un asesinato y marcado por su pasado en el País
Vasco.
Lo último que he leído de él, aparte de los artículos que publica en
prensa, es 'La noche los los tiempos', una obra monumental que recrea
el hundimiento de la Segunda República Española y el inicio de la Guerra Civil Española, a través de las vivencias de un arquitecto,
hijo de un albañil.
No he leído -y tengo pendiente- 'Sefarad', por la que,
este año, recibió el Premio Jerusalén, en medio de una gran polémica. A ese
respecto, esto es lo que decía Juan Croz, en 'El Páís, el pasado 10 de febrero:
Sefarad habla de las diásporas, nos afecta a nosotros, los españoles, es una
crónica general de los nombres propios señalados por la ignominia de los
perseguidores. Aquí y en todo el mundo. Si por contar eso lo han premiado, si
por advertir que eso que sucedió sigue sucediendo, aquí y en todas partes, ¿cómo
no va a ir a recibir en Jerusalén o en cualquier sitio el eco que merece tan
extraordinario poema de la diáspora? Que vaya a Jerusalén y que vuelva para
contar qué vio.
Residente a caballo de Madrid y New York, es un
hombre comprometido con su espacio y con su tiempo. Atentos todos a lo que pueda
decir, el día que reciba el premio, 'con el firme verbo de su conciencia,
con el abrazo de su compromiso para encarar, si la fuerza nos acompaña, con un
poco más de claridad el futuro.', tal como cierra hoy 'El País' (os escribo
desde Madrid) la noticia de la concesión del premio a Antonio Muñoz
Molina.
Por
cierto que AMM es uno de los 100 primeros firmantes del Manifiesto por una Nueva Ley de Partidos, del que os hablaba en mi post del pasado
martes.
Animaos a firmarlo y a leer a este gran novelista, ensayista y
columnista, porque como él dice: 'Leer es el único acto soberano que nos
queda.'
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