domingo, 16 de septiembre de 2012

La vida es como una ola

‘Si te resistes, te derriba; si te zambulles, te lleva al otro lado’



Esta es una de las muchas frases ingeniosas que puedes escuchar en la película ‘El exótico hotel Marigold’, que tuve la suerte de ver esta primavera.

Vivíamos en una costa apacible, que creíamos tener dominada y que habíamos adaptado a nuestra mayor comodidad. No ha sido de repente, como sostienen algunos, pero el tamaño, la dirección y la fuerza de las olas ha cambiado.

¿Y qué hacemos nosotros?: nos resistimos y nos caemos. Seguimos aplicando viejos remedios y corremos el riesgo de ahogarnos.

Necesitados de líderes, nos dejamos conducir por simples gestores, en el mejor de los casos, cuando no, en el peor, por estafadores, ineptos, demagogos y gregarios. En las próximas elecciones al parlamento vasco tenemos una buena muestra.

Acostumbrados a que nos lo den todo hecho, sin apenas esfuerzo, creyéndonos en posesión de unos derechos, que demuestran su fragilidad al primer embate de las olas, nos enfrentamos, desconcertados, a unos desafíos que superan nuestra capacidad.

Y, sin embargo, ¡podemos! Podemos vivir más en consonancia con el entorno. Podemos esforzarnos más. Hoy podemos ser mejores que ayer y mañana podemos ser mejores que hoy.

Digo ser y no tener: más dinero, más casas, coches más potentes, vacaciones más exóticas, comidas y bebidas más sofisticadas, productos y servicios más complejos, más placer y menos compromisos, y más beneficio con menos esfuerzo.

No nos damos cuenta de todo lo bueno que tenemos a nuestro alrededor y sólo cuando nos falta -como pasa con el agua- somos conscientes del valor de aquello que es verdaderamente necesario.

Tenemos un problema como sociedad y tenemos un problema como personas. El primer paso para solucionarlo es reconocerlo.

Y después, equipémonos adecuadamente para zambullirnos en esa ola. Aprendamos a nadar, a surfear, a bucear o a navegar; tomemos lo necesario y sólo eso, adaptémonos al entorno, pongamos atención a los detalles, escuchemos a los demás, compartamos lo que sabemos y seamos generosos con lo que tenemos.

Así podremos llegar a una nueva orilla en la que vivamos la vida como un privilegio, que debemos renovar día a día (cada día tiene su afán) y del que conviene disfrutar cada minuto; y no como un derecho adquirido por unos méritos ya caducados.

P.D. Palabrita del Niño Jesús que tenía escrito este post desde que vi la película. Lo guardaba como 'fondo de armario' y lo iba puliendo (el cuarto párrafo se lo añadí cuando convocaron elecciones al parlamento vasco)... y resulta que hoy, en su columna dominical de El Diario Vasco, Guille Viglione me sale con el mismo tema. Él lo ha titulado 'Privilegio', que es como terminaba mi post, del que no he tocado ni una sola coma. Simplemente, le he dado a 'publicar'.

No hay comentarios:

Publicar un comentario