Para los que tenemos una edad, el
caso Dreyfus es un referente del
antisemitismo y de la mal entendida razón de estado. El célebre J’acusse
de Emile
Zola provocó una crisis en la Tercera República Francesa, enfrentando a
los sectores más progresistas y los intelectuales con el stablishment de los políticos más conservadores y el ejército.
La película, originalmente
titulada como el artículo de Zola, J’accuse, se presenta en España como
El
oficial y el espía.
Dirigida por Roman Polanski y protagonizada por Juan Dujardin, Oscar por su papel en The Artist, en el papel
del coronel Georges Picquart, jefe del servicio de contraespionaje, quien,
contra las instrucciones de sus superiores, defiende con pruebas y argumentos
sólidos la inocencia de Alfred Dreyfus, un judío de Alsacia, capitán del Ejército
francés, ingeniero politécnico, acusado de haber entregado documentación
secreta a los alemanes. Enjuiciado por un Tribunal Militar, fue condenado a cadena
perpetua y deportado a la Isla del Diablo, en la Guayana Francesa.
Magníficamente ambientada, la
película recrea el ambiente sórdido y espeso de una sociedad corrupta y
autocomplaciente. Hace pensar en lo peligroso del pensamiento políticamente
correcto y alerta sobre la falta de crítica, la autocensura, la ausencia de
libertad real y la falta de escrúpulos de quienes ostentan el poder.
Son más de dos horas que se pasan
volando y que, además, de ofrecernos cine del bueno, nos invitan a reflexionar.
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