domingo, 10 de noviembre de 2019

55 B/SS. La familia bien, gracias.

Es un tipo que merece la pena conocer, aunque a mí, que soy su padre, me sigue costando, después de 27 años, terminar de conocerle. En la faceta puramente deportiva, que sería aquella de la que se puede hablar en público, esta mañana ha corrido su 12ª B/SS consecutiva, saliendo con dorsal verde, y acabándola en 1:13:50. Ha cumplido con creces su objetivo, que era bajar de 1:15, haciendo una carrera en progresión y terminando muy fuerte, como acreditan sus parciales cada 5 km: 18:43 + 19:27 + 18:08 + 17:32. 

Y lo ha conseguido con apenas seis o siete semanas de preparación. Si hace tres años, en apenas tres meses, Iñigo pulverizó mis marcas del 800 al 5.000, es cuestión de meses que mejore mi tiempo de los 10 km (34:37) y tendrá que esperar un año para rebajar mi 1:12:12, que data de la B/SS de 1991. Solo falta que se lo proponga.

Su media naranja, Adriana, ha corrido su primera B/SS y he tenido la suerte de acompañarla. Hemos salido muy muy atrás, casi los últimos, porque nos hemos resguardado del chaparrón que ha descargado sobre las 11:25, esperando todo lo esperable antes de incorporarnos al pelotón. Hemos ido toda la carrera remontando y así lo demuestran nuestros parciales: 27:11 + 26:57 + 27:10 + 27:33, acabando en 1:48:51, cumpliendo con creces el objetivo de bajar de 1:50. 

En la foto que nos ha sacado Maria, mi hija, vemos a Iñigo, que, después de llegar a la meta, ir a casa, ducharse y votar, ha subido al alto de Miracruz, se ha juntado a su madre y su hermana (las mejores animadoras) y nos ha acompañado a Adriana y a mí de ahí a la meta. Fijaos bien en la foto y observad la sonrisa de la pareja.

Decía Aldous Huxley que la felicidad no es nunca grandiosa. Ni Iñigo, ni Adriana, ni mucho menos yo, que he acabado mi 29ª B/SS, hemos hecho nada grandioso, pero estamos felices con lo que hemos hecho.

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