miércoles, 24 de julio de 2013

El doping no es solo deportivo


Hace unos días, en el Facebook de Hossain Kaanache pudimos ver esta receta de un médico parisino. Su traducción sería la siguiente: 'No, yo no veo ninguna razón para prescribir antidepresivos. Estás triste. Un evento doloroso duele, pero el dolor no es solución química. Sin duda tienes suficiente fuerza para seguir adelante y encontrar los recursos para actuar y reaccionar'.

La tristeza que puede acompañar cualquier revés que nos depara la vida no se combate con fármacos. Como dice el doctor, casi todos nosotros tenemos fuerza para superar esa desgracia y recursos para actuar y reaccionar.

No necesitamos del 'doping' para superar nuestras depresiones; debemos tomarnos nuestro tiempo y dejar que la naturaleza actúe, siguiendo las 5 etapas del duelo descritas por la Dra. Elisabeth Kübler-Ross:

  1. Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada e impresionante; permite recobrarse. 
  2. Ira: la negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los por qué. Es una fase difícil de afrontar para los familiares y todos los que nos rodean; esto se debe a que la ira se desplaza en todas direcciones, aún injustamente. Nos quejamos por todo; todo nos  viene mal y es criticable. Luego podemos responder con dolor y lágrimas, culpa o vergüenza. La familia y quienes nos rodean no deben tomar esta ira como algo personal para no reaccionar en consecuencia con más ira, lo que fomentará la conducta hostil del doliente. 
  3. Negociación: ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, mas el enojo con la gente y hasta con Dios, surge la fase de intentar llegar a un acuerdo para intentar superar esa traumática vivencia.
  4. Depresión: cuando no se puede seguir negando, la persona se debilita, adelgaza, aparecen otros síntomas y se verá invadida por una profunda tristeza. Es un estado, en general, temporal y preparatorio para la aceptación de la realidad, en el que es contraproducente intentar animar al doliente y sugerirle mirar las cosas por el lado positivo: esto es, a menudo, una expresión de las propias necesidades, que son ajenas al doliente. Esto significaría que no debería pensar en su duelo y sería absurdo decirle que no esté triste. Si se le permite expresar su dolor, le será más fácil la aceptación final y estará agradecido de que se lo acepte sin decirle constantemente que no esté triste. Es una etapa en la que se necesita mucha comunicación verbal, se tiene mucho para compartir. Tal vez se transmite más acariciando la mano o simplemente permaneciendo en silencio a su lado. Son momentos en los que la excesiva intervención de los que lo rodean para animarlo, le dificultarán su proceso de duelo.
  5. Aceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus sentimientos -su envidia por los que no sufren este dolor, la ira y la depresión- contemplará el próximo devenir con más tranquilidad. No hay que confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o acompañado, no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor, la vida se va imponiendo. 
Se trata, en definitiva, de alimentar la esperanza, que es la que nos sostiene y nos da fortaleza, al pensar que podemos estar mejor y buscarle sentido al dolor que hemos padecido. Nos permite pensar que la vida nos sigue deparando momentos importantes y trascendente para cada uno de nosotros. Definir una misión que cumplir  es un gran estímulo y da sentido a nuestra vida.

Como decía Menandro de Atenas: 'En la adversidad una persona es salvada por la esperanza'.

No hay comentarios:

Publicar un comentario