Dícese que una persona 'entra al trapo' cuando, respondiendo a un estímulo externo calculado, hace, sin darse cuenta, precisamente aquello que otros desean que haga. Es decir, reacciona con el más primitivo de nuestros cerebros, el reptiliano, sin meditar las consecuencias de esa reacción.
'Entrar o no entrar al trapo' es una de las muchas expresiones taurinas que hemos incorporado a nuestra forma habitual de comunicarnos ¿verdad?
Pues bien, como podéis ver en la foto, el pasado domingo, el Ministro principal de Escocia, Alex Salmond, extendió la bandera escocesa junto al Premier británico David Cameron. Éste, haciendo gala de la mejor flema inglesa, no entró al trapo y siguió aplaudiendo la victoria en Wimbledon del tenista escocés Andy Murray, que, al menos en lo futbolístico, no ha ocultado la antipatía que tiene a los ingleses, tal como nos recordaban ayer en el DV.
¿Alguien se imagina a Urkullu con la ikurriña o a Mas con la estelada, haciendo lo mismos al lado de Rajoy o del Rey? ¿Alguien duda de que toda la clase política y toda la prensa hubiera entrado al trapo? ¿Alguien duda de los ríos de tinta que ya habrían corrido?. Baste como ejemplo la que se ha liado con la ya famosa ikurriña del chupinazo de San Fermín y el 'juego' que está dando a los más radicales de uno y otro signo.
¡Ojalá! fuéramos capaces de aprender de países con una larga tradición democrática, que no se inmutan con estos comportamientos.
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