A
medida que vayas cumpliendo años, te darás cuenta de que, más que de nuestros
éxitos, aprendemos de las veces en las no alcanzamos nuestros objetivos. Eso sí,
es necesario que, en esos momentos, tengamos una mentalidad ganadora, que consiste
en:
- Hacer un análisis de las causas por las que hemos fallado. No vale poner excusas ni buscar culpables en los demás.
- Reconocer el error y pedir perdón si con ese error hemos causado daño a otras personas.
- Enfrentarnos al problema y no evitarlo.
- Saber por qué y para qué estamos luchando. Tener claros nuestros objetivos y comprometernos con ellos.
- Asumir compromisos: objetivos, fechas, plazos, datos medibles; en vez de promesas vanas que nunca terminamos de cumplir.
- Trabajar más y durante más tiempo. Priorizar y hacer 'lo que toca' antes de 'lo que nos gusta'.
- Ser amable, atento y respetuoso con todos. Escuchar, escuchar y escuchar. Actuar siempre con control de nuestras emociones, haciendo nuestra compañía agradable a nuestros interlocutores.
- Respetar a nuestros superiores: padres, maestros, jefes, fijándonos en lo que hacen bien y aprendiendo de ellos.
- Revisar nuestros avances y explicar las desviaciones, en vez de buscar justificaciones.
- Sentirnos responsables de nuestra propia mejora. Aspirar a 'nota' y no conformarnos con 'aprobar'.
- Buscar nuevas formas de hacer, alternativas al 'siempre se ha hecho así'.
Si
actuamos así, comprobaremos que Gandhi tenía razón cuando decía que:
'Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un
esfuerzo total es una victoria completa'.
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