El lunes, en el corto espacio de unos minutos, tuve noticia del falso spot de un Mercedes que atropella a Hitler de niño. Primero fue en facebook de Karel López, que lo presentaba diciendo: 'Habrá creado polémica y será un poco fuerte, pero el anuncio es una auténtica geniali-dad.' Algo sabe Karel de comunicación, así que decidí abrir el enlace.
Y admito que, técnicamente, es muy muy bueno. El spot, realizado por los estudiantes de la Escuela de Cinematografía de Baden-Würtemberg, muestra a un moderno Mercedes circulando por una antigua población rural. La producción cuida el color, la luz, el ritmo, la música y las imágenes, generando expectación y llegando al clímax, que se produce cuando el coche atropella fatalmente a un jovencísimo Adolf Hitler, para abandonar a continuación Branau am Inn, pueblo natal del 'gran dictador'.
Mientras me reponía de la impresión, me llegó un mail de mi hija Maria -entusiasta del marketing- con el enlace del mismo spot, que calificaba de genial. Curioso que dos jóvenes coincidan en el adjetivo.
Ya he dicho que, técnicamente, me parece un gran spot. Pero éticamente, para mí, es inaceptable, por muy deleznable que nos parezca el personaje de Hitler.
En uno de los capítulos de su célebre libro La vaca púrpura, Seth Godin, uno de los gurús de referencia en marketing, se pregunta: '¿Es necesario ser escandaloso para ser extraordinario?'. Y dice: '... Ser escandaloso puede funcionar en alguna ocasión, pero no es una estrategia, es simple deses-peración. El escándalo requiere tener un propósito y debe formar parte del producto...'.
No sé hasta dónde -como se afirma en la noticia- Mercedes Benz es ajena al anuncio que ha sido nominado para el certamen alemán de revelaciones First Steps, patrocinado por esa marca de coches. Estoy seguro de que, para ahora, habrá multiplicado exponencialmente las 171.000 visitas que cita. ¿Venderán así más coches?. ¿Forma parte del producto (Mercedes) escandalizar?. Creo que no, pero no estoy seguro.
Decía Maquiavelo que el fin justifica los medios. Yo creo que no pero, a lo peor, es que me estoy haciendo mayor y no entiendo a los jóvenes de ahora.
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