Como 
contaba este último lunes, el pasado sábado por la noche, en la tele, estuve 
viendo, por segunda vez, El secreto de sus ojos, película argentina ganadora al Óscar a la mejor de habla no inglesa de 2009. Lo 
cierto es que esta película y su protagonista, Ricardo Darín, me animaron a ver, 
antes a la tarde, el estreno de Tesis sobre un homicidio, que, 
aunque presenta una trama con algunas semejanzas (asesinato sádico, oscuros 
intereses, jueces, abogados... y hasta borrachos), se queda muy lejos de la obra maestra que me pareció El secreto de sus ojos.
Dirigida por Juan José Campanella, descansa en la 
soberbia interpretación de todos los actores, encabezados por el siempre 
solvente Ricardo Darín, la deliciosa Soledad Villamil y el soberbio Guillermo 
Francella, a quien no conocía y que borda el personaje de Pablo Sandoval. Solo 
por verle a él, merece la pena ver la peli.
Una 
peli que combina el drama y la comedia, la novela negra y el humor, la historia 
reciente de Argentina con el thriller, con magníficos diálogos y escenas 
impactantes, en las que las imágenes, mudas, hablan por sí solas. 
Una peli en la que lo que se calla es casi más 
importante que lo que se dice. 
Una 
peli que nos habla del rencor, la crueldad, la injusticia, la envidia, la 
negligencia y la soberbia, que emponzoñan las relaciones entre las personas; 
pero también del del amor incondicional, del amor romántico, del amor 
platónico y de la amistad, gracias a las cuales merece la pena 
vivir.
Si 
no las has visto todavía, corre al videoclub o bájatela de internet. Y si ya las 
has visto, vuelve a verla porque, como dice el crítico Carlos Boyero: 
'Estamos en el territorio del gran cine, del clasicismo, de un universo tan 
rico como complejo, en el que todo tiene sentido, te envuelve, te sugiere, te 
implica y te conmueve'.
'Los seres humanos vivimos de migajas afectivas' (José Luis Sampedro)
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