sábado, 19 de abril de 2014

Crónica de una muerte anunciada

Ayer nos  desayunamos con la muerte de Gabriel García Márquez. Tomando el título de una de sus famosísimas novelas, podemos afirmar que la suya era una muerte anunciada, dada su avanzada edad y la enfermedad que padecía desde hace años.

Mi primer contacto con su obra fue -¡cómo no!- 100 años de soledad. Sería en COU,  cuando el profesor de literatura de Mundaiz, Ernesto Hermosa, del que guardo un gran recuerdo, nos recomendó su lectura. Estamos hablando de 1971-72. Yo era por entonces un ávido lector. Si ahora leo mucho, entonces leía mucho más. Tenía más tiempo y, además, no hacía nada de deporte. Así que imaginaos. 

Recuerdo perfectamente aquella edición de bolsillo (que conservo en alguna parte, aunque no he sido capaz de localizarla esta mañana), que fui incapaz de leer. Me embriagaba su prosa detallada, no terminaban de atraparme las cuitas de Aureliano Buendía y me perdía en su árbol genealógico.

Esta es la edición que he perdido
No fue hasta mucho después cuando pude leer y disfrutar de esa obra, después de que cayera en mis manos Crónica de una muerta anunciada, que leí dos veces seguidas.

Recuperé la vieja edición de bolsillo y devoré la novela por las noches, en la cama, hasta caer vencido por el sueño. En 1991 compré una edición más presentable y ha sido una lectura recurrente durante estos últimos años.

He leído casi todo lo que ha ido publicando: El coronel no tiene quien le escriba, El otoño del patriarca, El amor en los tiempos del cólera, El general en su laberinto, Doce cuentos peregrinos, Del amor y otros demonios, Noticia de un secuestro, Memoria de mis putas tristes...

De Gabo, más que el personaje, me ha atrapado su obra; esa manera de escribir, la devoción por el detalle y la descripción minuciosa, la curiosidad infinita del periodista de raza que nunca dejó de ser. Me quedo con alguien para quien escribir era el principio y el fin de su ambición. Nos quedamos con un genio al que su obra le sobrevivirá por los siglos de los siglos.

Y os dejo con esta cita suya: 'Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento”, “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces'.

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