miércoles, 27 de febrero de 2013

¡Indignaos!

Europe Ecologie closing rally regional elections 2010-03-10 n04.jpgHoy, a los 95 años, ha muerto Stéphane Hessel, que saltara a la fama en 2010, con la publicación de ¡Indignaos! un libro de 60 páginas, al precio de 5 €, del que entre Francia y España se han vendido más de dos millones de ejemplares. El subtítulo de la edición española dice: Un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica. 

El prólogo de esa edición está escrito por José Luis Sampedro, y comienza con las palabras 'Yo también'. ¿Os suena mi post de ayer?. De ese libro, me quedo con el título de dos de sus 'capítulos': 'La indiferencia: la peor de las actitudes' y 'La no violencia, el camino que debemos aprender a seguir'.

Supongo que ahora se reeditará, lo mismo que otro libro del mismo autor: ¡Comprometeos!, editado en 2011, que termina con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, publicada el 10 de diciembre de 1948, en cuya redacción Stephane Hessel participó activamente. En la portada de este libro se dice: 'Ya no basta con indignarse'. Por cierto que os recomiendo la lectura de esa Declaración. Serán diez minutos muy bien empleados.

Porque la indignación mal gestionada puede llevar a situaciones como la que actualmente vive Italia, con más del 50% de los votantes decantándose o por un cacique o por un bufón. Y yendo algo más atrás, a que alguien como Hitler, en 1933, llegara al poder después de unas elecciones democráticas. O, en nuestros días, a votar al Frente Nacional en Francia o a cualquiera de las marcas de la ¿izquierda? abertzale en Euskadi.

Volviendo al movimiento de los 'indignados', de los que ya vamos conociendo varias versiones, desde los del 15-M, hasta los de 'Stop Desahucios', cierro con lo que escribía ayer Javier Elzo en su blog: 'No siempre el pueblo tiene razón': 
  • A la postre, y en cada momento histórico, cada pueblo tiene los lideres que él mismo ha generado. Y, llegado hasta aquí, me parece, como poco, una enorme pereza intelectual limitarse a echar las culpas de lo que pasa solamente a los políticos.
  • Me preocupa el populismo, que solamente da respuestas simples a problemas complejos. Y si encuentran algo así como un "líder", es la antesala del fascismo.
Descanse en paz Stéphane Hessel y ¡ojalá! sepamos gestionar bien nuestra indignación.

martes, 26 de febrero de 2013

¿Yo también voté a Berlusconi?

No lo he visto por televisión (lógico, porque apenas la veo), pero sí que escucho por la radio un anuncio que me incomoda: 'Yo también', de Euskaltel Ona. Muchos publicistas han elogiado el anuncio y no seré yo quien les corrija. En mi opinión, explota el concepto de 'tribu' (muy en boga hoy en día), concediendo carta de normalidad a comportamientos gregarios, cercanos a la mediocridad, la vulgaridad, la pereza, la vanidad, el individualismo y hasta la insolidaridad.

Trasladado el anuncio a las recién celebradas elecciones lesgislativas en Italia, podrían añadir: 'Yo también voté a Berluconi', o 'Yo también voté e Beppe Grillo'.

Hace tres o cuatro años, con mi mujer y mi hijo, disfrutamos de una semana de vacaciones en Roma, siendo Berlusconi presidente del Consejo de Ministros de Italia. Todavía no habían salido a la luz los escándalos del 'bunga-bunga', aunque ya era notorio que su comportamiento atentaba contra la buena imagen de la potentísima 'marca Italia'. Cuando preguntaba a la gente, todos me contestaban abochornados, sin entender cómo era posible que alguien le hubiera votado. No me encontré, en ninguna parte, con ningún votante de Berlusconi. Extraño ¿verdad?

Sin embargo, lo que parecía un cadáver político, ha resucitado y ha vuelto a irrumpir con fuerza en el Congreso y en el Senado italiano, volviendo a Italia ingobernable, una vez más. Con una semana más de campaña -Berlusconi tiene un control casi absoluto de la televisón-  seguro que sus resultados hubieran sido mejores.

Para explicar este fenómeno, me he encontrado con esta frase de la poetisa Maya Angelou: 'He aprendido que las personas se olvidan de lo que dices, también de lo que haces, pero nunca se olvidan de cómo les haces sentir'.

A nuestros más bajos sentimiento apela Berlusconi y también el otro candidato populista: Beppe Grillo, que ha tenido el acierto de decir a cada uno de sus oyentes lo que cada uno de ellos quería escuchar. Lo que es difícil imaginar es el papel que pueden jugar estos 'nuevos' políticos y en qué medida pueden construir un programa y un discurso compartido.

Berlusconi, Monti y Grillo
Mario Monti llevaba año y medio diciéndoles a los italianos lo que no querían escuchar y haciéndoles lo que no querían que les hicieran. Poco importa que, en ese tiempo, hayan bajado la deuda y la prima de riesgo, o haya mejorado la imagen de la maltrecha 'marca Italia'. El pueblo ha preferido postergar los inaplazables sacrificios que tendrá que hacer, mejor pronto que tarde, sustituyéndolos por la queja y el pataleo. Los que aquí suspirábamos por una figura como la suya nos hemos llevado un buen chasco.

Dice Leonard Cohen que 'Nunca hay que quejarse, sino combatir el desasosiego con inteligencia y elegancia'. No creo que el viejo (solo un par de años mayor de Berlusconi) y elegante (como Mario Monti) Leonard consiguiera muchos votos con este eslogan.

lunes, 25 de febrero de 2013

Argo


And the Oscar goes to... ARGO. Unos minutos antes de las seis de esta mañana, he escuchado en la radio a Michelle Obama decir esas palabras. Y he pensado que -para mí- no había ganado la mejor película.
 
Argo es una gran película. Sin ninguna duda. La vi a primeros de noviembre, en Benidorm, de vacaciones con mi mujer, una tarde en la que se puso a llover y no teníamos mejor plan. En una sala enorme, casi desierta, unos pocos espectadores asistimos al autohomenaje que se tributa Hollywood, través de un agente de la CIA, mezcla de Indiana Jones y un caballero medieval. Una peli que todos nos sabemos cómo acaba, pero que nos mantiene en tensión durante las dos horas que dura. Con un final absolutamente hollywoodiense, en el que los buenos son muy buenos y muy listos, los malos son muy malos y, además, terminan engañados. 
 
No escribí en su momento de la peli porque, en su blog, unos días antes, el 31 de octubre, se me había adelantado Javier Barace y poco podía añadir a lo que él contaba entonces.
 
Lo que sucede es que he visto algunas de las demás candidatas a los Óscar: Lincoln, La vida de Pi, La noche más oscura, Django desencadenado, de la que tampoco escribí, porque también Javier Barace se me había adelantado. (ver aquí); y, al menos las dos primeras, para mí, son mejores que Argo. Y las otras dos no son peores
 
La noche más oscura es también una historia de la CIA, como Argo, pero de una CIA más áspera, de una CIA que tortura, de una CIA por momentos chapucera, más creíble, pero menos amable. Los buenos no son tan buenos, ni tan listos; y los malos ni son tan malos ni se dejan engañar con facilidad. Pero vaya, si me dan a elegir entre las dos, como espectador, elegiría Argo.
 
En cuanto a Django desencadenado, la primera hora de la película es soberbia, y aunque -como decía Javier Barace- le sobran treinta minutos y treinta litros de sangre (yo diría que trescientos), es de obligada visión.
 
And the Oscar goes to...
Creo, sinceramente, que la historia rendirá a Lincoln el tributo que se merece y que hoy Hollywood no ha querido reconocer. Y creo, también, que éste ha sido un gran año de cine, con grandes películas como las ya citadas, ante las cuales, por ejemplo, The Artist, ganadora del Oscar el año pasado, no hubiera podido competir. Pero claro, con ese 'buenismo', tan hollywoodiense, no es de extrañar que pasen estas cosas.

Como dicen al final de la peli: 'Ar... goderse'

domingo, 24 de febrero de 2013

Flag of Concertación.svgEstos findes currando en Madrid, me están permitiendo, en la mejor época del año para el cine, disfrutar de algunas de las películas nominadas a los Óscar. El sábado a la tarde, le tocó el turno a No, que tiene como marco la campaña del No en el plebiscito de Chile de 1988, preludio del final de la dictadura de Pinochet primera cinta chilena candidata al Óscar a la mejor película extranjera.

Dudo que lo consiga, si bien esta opinión puede estar influida por lo que me pareció baja calidad de la cinta proyectada en los cines Paz. En todo caso, es una buena película, más de fondo que de forma, que me ha hecho pensar en la importancia de  comunicar en positivo, ahora que nos desayunamos diariamente con la crisis, el desempleo, la corrupción, los papeles de Bárcenas, las maniobras de Urdangarín, las transfusiones de Eufemiano Fuentes, las actividades extradeportivas de Pistorius y las lamentaciones de Mourinho, como las de 'ese fantoche que va en la romería del santo reproche' (Joaquín Sabina).

Por favor, dedícale dos minutos a ver este vídeo, que una amiga mía ha colgado en su facebook. Su mensaje es el mismo que el de la película y debería hacer reflexionar a nuestros políticos, especialmente a los que, ahora mismo, están en la oposición, carentes de ideas y de proyectos.

Si todos hiciéramos el ejercicio de ser más creativos -como hace el protagonista de la peli- en vez de lamentarnos,  podríamos superar este clima negativo que nos abruma.

Para terminar, extraído de wikipedia, os dejo el testimonio de uno de los personajes más interesantes de la peli, el del ministro del Interior, Sergio Fernández Fernández, quien en su libro 'Mi lucha por la democracia' ('manda huevos', que diría Trillo), dice"Los resultados la campaña del Sí fueron lamentables. Al cabo de muy pocos días nadie pudo ignorar la evidente superioridad técnica de la franja del No, mejor construcción argumental, mejores filmaciones, mejor música. Su melodía característica, en torno a la frase "la alegría ya viene”, era tan pegajosa, que hasta los partidarios del Si la tarareaban inconscientemente”.

Y volviendo a la peli y a la historia, un personaje tan siniestro y tan triste como Pinochet, aunque jugara con la ventaja de 1.425 minutos contra 15, tenía todas la de perder enfrentado a la alegría.

sábado, 23 de febrero de 2013

La vida de Pi

Ayer a la tarde, en Madrid, donde vuelvo a currar este finde, estuve viendo La vida de Pi, película dirigida a por Ang Lee y nominada a 11 Óscars, entre ellos mejor película y mejor director.

Seguro que muchos ya la habéis visto y seguro que casi todos habéis oído hablar de ella. La historia de un joven de 16 años y un tigre, que sobreviven a un naufragio, compartiendo, durante 227 días, un frágil bote en medio del océano Pacífico.

Yo he tardado en verla porque no estaba seguro de que me fuera a gustar y si ayer la elegí fue por una cuestión de oportunidad: la hora de la proyección me convenía y tenía un vale-descuento del cine donde la ponían.

Pues he acertado en la elección. Es una historia que me ha cautivado desde la primera secuencia, contada con un gusto exquisito. Es una historia cuyos protagonistas son Pi, Richard Parker y Dios. Sí Dios, sin adjetivos, el Dios de los hindús, el Dios de los católicos y el Dios de los musulmanes; el mismo Dios al que se entrega Pi, presencia permanente en su vida. El Dios que logra el milagro de la supervivencia y de la convivencia de un joven y un tigre de Bengala, en un frágil bote en medio del océano.

Este año hay grandes películas candidatas al Óscar
Es una película ideal para ver en familia. Lástima que yo haya ido solo. Desde cómo Pi decide llamarse Pi, contado al principio con detalle e ingenio, pasando por la extraordinaria belleza y plasticidad de las imágenes, hasta un denso y emotivo final, en el que se plantea una historia alternativa, que saca lo peor de ser humano.

Pi nos pregunta: '¿Cuál de las dos historias prefieres?' Y elegimos la del tigre ¿verdad? Pues, como dice Pi: 'Así es con Dios'.

O porque, como decía Pascal, no sólo la fe, también la razón nos aconseja vivir como si Dios existiera.


viernes, 22 de febrero de 2013

Me casé con un comunista.

Yo no ¿eh?

Nuevo viaje en tren a Madrid y nueva oportunidad de disfrutar de la lectura de Philip Roth (Premio Príncipe de Asturias de las letras 2012 y eterno aspirante al Premio Nobel de Literatura). Después de lo enganchado que terminé con Pastoral americana, abordar la segunda parte de su trilogía responde a la adicción que empiezo a sentir por este autor.  

Me casé con un comunista se desarrolla también en la cuidad natal de Roth (Newark) con incursiones en New Jersey, New York y una industrial Chicago. En el marco de la caza de brujas del senador McCarthy, con el prólogo de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, sigue la misma técnica narrativa de Pastoral americana. Relatos en primera persona en los que se alterna el protagonista, idas y vueltas en el tiempo y unos personajes errantes, perdidos, encerrados en su mundo y ajenos a lo que pasa fuera de ellos, que despiertan del sueño americano, como si acabaran de vivir una pesadilla.  

Es una novela que habla de la deslealtad y de la traición: 'Cada alma su propia fábrica de traición. Por la razón que sea: supervivencia, excitación, avance, idealismo, por el daño que es posible hacer, por el dolor que se puede infligir, por la crueldad y placer que hay en ella. El placer de manifestar tu poder latente. El placer de dominar al prójimo, de destruir a tus enemigos'.

Es una novela en la que podemos identificar el origen de lo políticamente correcto, que termina siendo tan repugnante como el funeral de Nixon, del que se da cuenta hacia el final de la novela.

Espero ansioso el viaje de vuelta, el domingo, para atacar la tercera parte de la trilogía: La mancha humana.

miércoles, 20 de febrero de 2013

¡Basta ya!

Con este título tan contundente, Luis Garicano, catedrático de Economía de la London School of Economics, escribía un durísimo artículo en El Mundo el pasado 10 de febrero. Os recomiendo su lectura.

El 12 de febrero, en Los Desayunos de TVE, el propio Luis Garicano era entrevistado por varios periodista. Si os animáis a verla, son 24 minutos muy bien empleados.

Como también están bien empleados los 4 minutos (aparte publicidad) que dura el video con la intervención de Beatriz Talegón, secretaria general de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas, criticando a los líderes de la Internacional Socialista, reunidos en un lujoso hotel de Cascais.

¿Hasta cuándo vamos a tolerar los ciudadanos esos comportamientos? ¿Vamos a seguir dejando que áreas tan sensibles como Justicia, Sanidad y Educación estén dirigidas por personas que no acreditan los conocimientos técnicos necesarios?

De la misma manera que en el ámbito de la empresa privada y/o en cualquier actividad en la que exista competencia -el deporte es un claro ejemplo- para acceder a determinados niveles hay que acreditar conocimientos, habilidades y experiencia, se miden los resultados y se evalúa en función de esos resultados; también en el ámbito de la Administración Pública deben primar la meritocracia frente al amiguismo, la objetividad frente al partidismo y la asunción de responsabilidades frente a la impunidad.

Como dice Luis Garicano: 'El que paga por la prosperidad aceptando indecencia, termina sin prosperidad y sin decencia'. ¿Qué vamos a hacer, cada uno de nosotros, en su ámbito de actuación e influencia para tener una conducta simplemente decente?