Arturo Pérez Reverte ha escrito mejores novelas que Falcó, la última de las suyas, que -utilizando su jerga- me he calzado casi se una tirada.
Ambientada en los primeros meses de la Guerra Civil española, está protagonizada por un personaje amoral, sin conciencia, capaz de las mayores vilezas y que, sin embargo, tiene unos principios, personales e intransferibles, y extrañas lealtades en una sociedad totalmente envilecida por la guerra.
La novela es un alegato contra la guerra, contra toda clase de guerras y muy especialmente contra la guerra que durante tres años asoló España y que nos dejó una dictadura de cuarenta años, en la que la liquidación del otro primó sobre la reconciliación. Como en cualquier guerra, supongo.
No hay juicio moral y podría aplicarse aquella cita bíblica que dice que el que esté libre de culpa, tire la primera piedra.
La prosa y la narración tiene el dinamismo y el ritmo propios de APR, un escritor que tiene construido un personaje que a nadie deja indiferente y que nos deja un final lo suficientemente abierto como para que Falcó vuelva al escenario en una nueva entrega.
Voy reservando mi asiento.
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