jueves, 6 de febrero de 2020

Es más barato un ladrón que 100 policías

La frase la pronunció Javier Mariscal en una entrevista que le hicieron en la radio el pasado fin de semana, a cuenta de un robo que había sufrido en su casa. Yo, que no he sufrido ningún robo, suscribo plenamente esa reflexión.

El miedo, junto con el asco, la tristeza, la sorpresa, la alegría y la ira, es una de las seis emociones básicas. A esa emoción, el miedo, apelan quienes se benefician de ese enorme filón que es el negocio de la seguridad. 

A mi modo de ver, es obsceno que la seguridad del ex-presidente de BBVA, imputado de graves delitos por la fiscalía anti-corrupción, le cueste al banco dos millones de euros, cifra con la que se pagan, entre otros conceptos, nada menos que quince escoltas.

Aquí y ahora, vivimos en un entorno cómodo, seguro, con muy poca delincuencia y violencia, especialmente si lo comparamos con otros entornos fuera de la sociedad instalada en la que vivimos en Euskadi, en España y en Europa en general.

Sin embargo, los medios nos informan al detalle de sucesos que, siendo graves y preocupantes, son estadísticamente muy poco significativos. Hoy, por ejemplo, un titular de El Diario Vasco dice: 'Las ocupaciones de viviendas se disparan en Gipuzkoa un 50% el último año.'  Claro, cuando hablamos de porcentajes, tenemos que saber cuál es la base sobre la que se calculan. Y resulta que estamos hablando de 42 casos en 2019, 3 al mes. En un gráfico se dice que hubo 38 ocupaciones en 2017, 28 ocupaciones en 2018 y 42 ocupaciones en 2019. Siendo grave, no me parece que sea para tanto ni para despertar una alarma social por algo que es altamente improbable que suceda.

Pero ya nos han metido el miedo en el cuerpo y con ese miedo, quienes tienen el poder, sea cual sea ese poder, van imponiendo y justificando recortes a las libertades.

Y yo no quiero renunciar a mi libertad, a cambio de una supuesta seguridad que nadie me puede garantizar al cien por cien,  porque hay una cuota de azar o de mala suerte, que me puede tocar, simplemente por estar vivo.

Ya lo dijo Benjamin Franklin'Aquellos que cederían la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad.'

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